You are here
Home > Archivo - Archive > El escritor Gerardo Molina presentó su nuevo libro «Terruño» en el Uruguay

El escritor Gerardo Molina presentó su nuevo libro «Terruño» en el Uruguay

El escritor y poeta Gerardo Molina de Uruguay en la presentación de su nuevo libro Terruño

 

El viernes 22 de octubre, en la tarde, presentó su nuevo libro el conocido escritor y poeta Gerardo Molina, en la Casa de los Cerrillos, Canelones,  en su Uruguay natal.

A continuación, compartimos las palabras de la escritora uruguaya María García Marichal y las del escritor Jorge Enrique Hadandoniu, de Villa Mercedes, San Luis, Argentina; ambas dedicadas al autor y su obra.

 

 

 

Terruño o la plenitud creadora de un poeta por María García Marichal

 

La poesía es esencial en la vida de los poetas. Justifica su existencia como creadores y su vida misma.

Y en la creación, muchas veces (si no siempre, aunque no se manifieste directamente en sus versos) la tierra de origen es inspiración y evocación.

Es el caso de la obra de Gerardo Molina, uno de los poetas más destacados de las letras uruguayas, galardonado en numerosas ocasiones en nuestro país y en el extranjero. La poesía que ha cultivado desde su primera juventud, tiene en este libro la intensa presencia de su suelo natal (el nuestro) en cada verso y en cada poema. “Terruño”: ese es el nombre que el poeta quiso acuñar en este magnífico despliegue de su siempre inquieta musa.

¿De qué manera puede la geografía marcar la obra de un escritor? ¿De qué manera la historia personal, hilo finísimo en la trama de la historia humana, hace lo mismo? Desde mi punto de vista, la realidad del espacio y del tiempo moldean el proceso creativo a partir del impacto que generan en el autor; aunque él escape a un mundo idealizado, a un tiempo imaginado o a un lugar esperado, la existencia en el ámbito de su propia realidad está incorporada a su intimidad como a su pensamiento y al derrotero de sus ideas. “Terruño” es una compilación de cincuenta y ocho poemas (¿tal vez es un número mágico?) que van revelando el devenir de la vida del autor y el crecimiento de su actividad creadora, la esencia del hombre y el cambio en su trabajo poético a medida que los años transcurrieron, la transformación del paisaje y la madurez del tiempo. Los versos pintan la historia del autor, la de su tierra y la de su gente con belleza cristalina.

Desde el punto de vista formal, “Terruño” consta de dos partes delimitadas por los dos lugares en los que ha vivido y vive: campaña y pueblo donde el poeta nació y vivió sus primeros años, “Los Cerrillos”, en el que tiene su hogar; la segunda, “El Colorado”, lugar del inicio de su gesta poética donde vivió parte de su niñez, adolescencia y primera juventud. Y ambos continúan siendo lugares de fuerte impronta rural, donde los trabajos del sector primario aún prevalecen y que mantienen una belleza prístina en muchos de sus rincones. Son esos rincones los que se vislumbran en los versos, algunos tal como podemos sentirlos con nuestra sensibilidad en el presente; otros atesorados en el recuerdo, anteriores al cambio necesario y lógico que el progreso ocasiona. En sus lugares, en sus momentos íntimos de contemplación y sentimiento, en la memoria que preserva y proporciona la tibieza de las emociones (quizá es el tono sepia de las fotos viejas), Gerardo Molina engarza sus escritos para que busquemos y lo descubramos en toda su calidad.

 

Los Cerrillos

Esta unidad consta de poemas en los que alternan versos endecasílabos, alejandrinos, heptasílabos y versos libres con sonetos de factura perfecta; todos ellos esmaltados con coplas y tercetillos de musicalidad acariciadora y sentido profundo. Todo se muestra en una sucesión bien articulada de gran belleza, con finas imágenes que subliman el suelo originario con amor manifiesto, las raíces familiares, la historia propia dentro de la historia comunitaria.

“El pago solariego de mi abuela,/ los ranchos, grandes árboles, el pozo…”

inician el poema “Estampa”, ejemplo de lo que podemos ver a través de los ojos de Molina: nostalgia de un paisaje que es mucho más que eso: es vida de familia, trabajo, recuerdos insertos en la sensibilidad.

Cuando destaco estos aspectos de luz en la obra de Gerardo Molina, no significa que estén ausentes el dolor, la rebeldía frente a las desigualdades. En su vasta creación aparecen con agudeza, de igual forma que el espíritu quebrado por el amor imposible o irrealizable. Como en “Llamada”: “¿En busca de qué fantasmas/ Sigue llamando el amor/ A tu casa abandonada?”

Aun en las cuitas del hombre que sufre, en sus dichas o remansos, el lugar aparece no como escenario, sino como protagonista activo, prosopopeya perfecta para una integración de hombre y espacio que se mantiene y profundiza en el transcurso de la vida. Transcribo la primera estrofa de “La plaza”, exquisita descripción del centro de las sensaciones de un pueblo, de su pueblo.

“La plaza es una clara colmena de armonía/ Remansada, bullente, rumorosa o austera, / Imán de cada encuentro, oasis de la espera/ Y refulgente espejo de la provincianía.”

Esta cadencia tan propia de Gerardo Molina, ha hecho posible la musicalización de muchos de sus poemas como los incluidos en los discos “Del campo vengo”, grabado con la voz del poeta y las canciones del cantautor César Cabrera, y “El latido de la copla” con la guitarra de Javier Van Velthoven, ambos también cerrillenses.

 

El Colorado

Los poemas que integran esta segunda unidad de “Terruño”, están inspirados en el lugar que lo unge poeta y donde se abre al amor y al conocimiento. Geográficamente, es una población que creció en un sector de viñas, montes frutales y campos de cultivo que se localiza entre Los Cerrillos y Las Piedras, sobre la ruta 48 y se prolonga hacia el noreste hasta llegar al paraje Las Brujas, después de cruzar la ruta 36.  “Aquí tuve mi casa/ Y fui el adolescente que más sueños tuviera./ La dicha era tan fácil/ Que no sabía verla…”

Esta estrofa del poema “Aquí tuve mi casa” es la perfecta presentación de la primera etapa del hombre (niño, adolescente) y del poeta en ciernes que iniciaba el camino ascendente y de evolución constante hasta la madurez actual, de genuina brillantez y maestría literaria.

En “Viejo eucalipto”, uno de sus poemas más conocidos, se identifica con el árbol en un cuasi diálogo en el que el autor es quien cuenta y abre su memoria ante la escucha silenciosa del eucalipto. El árbol está presente en toda la vida y la creación del autor, como el agua de los cursos que recorren su tierra, el suelo, la luz, el hombre y la mujer en sus labores, en relación directa con la naturaleza y sus recursos; eso se hace patente en esta obra que es, de alguna forma, la vida misma del hombre (del poeta). Y si la tierra es motivo de inspiración y sentimiento profundo, el cielo y su misterio lo atraviesan.

Terruño” es la expresión más cabal de un hombre que se ha destacado por lo prolífico de su creación, por su proceso de camino hacia la madurez literaria y por la capacidad de embellecer con el don de su palabra cada aspecto de la vida sencilla de un pueblo y su entorno rural, de su propia historia personal y la de su gente, de los sentimientos más paradigmáticos del ser humano en cada etapa de la vida. Así, en su adolescencia y su primera juventud, ligadas a El Colorado, las fracturas afectivas determinadas por la ausencia y la pérdida, se filtran en los versos que describen momentos cotidianos y develan el espíritu del hombre:

“Allí… por coloradas barrancas de la orilla/ Recorría la siesta/ Con el verde recuerdo de unos ojos/ Que me hicieron poeta”.

En esta estrofa del breve poema “Adolescencia”, se manifiesta la unidad del autor con el lugar y el tiempo; está definitivamente integrado a ellos, con sus cambios y sus permanencias, de la misma manera que su vida interior se impregna de las alegrías y las tristezas que su camino le depara. El nacimiento del amor, su florecimiento y su pérdida constituyen una realidad expuesta en el lugar, en el instante, sin dejar de existir en la intimidad del autor: por el contrario, se vuelcan al entorno y se hacen uno con él otorgándole una pátina única que permanece en su historia, que es la historia de su poesía.

Para concluir este abordaje, resalto (releyendo el “Canto al vino”) el maridaje perfecto entre la exquisitez del lenguaje en los versos de Gerardo Molina y su sentir más profundo. Es un profesor, un estudioso. Y es un hombre de pueblo y campo con una vida interior que ha sabido destilar en su poesía desde que era un niño a quien su madre cantaba nanas que no olvidó.

Quiero dejar aquí, en el final, lo que – en mi muy personal opinión – presenta la esencia de esta antología del escritor que logra ingresar a lo más profundo de la sensibilidad del lector o de quien lo escucha con sus versos de excepcional belleza: “Interrogante”: “Camino las calles idas/ De mi pueblo y de mi infancia/

Maduro, al fin, me pregunto:/ ¿Fue un ayer o fue un mañana?

 

Terruño por Jorge Enqiue Hadandoniu

Molina es un poeta convencido de su misión en la tierra. Es el nombrador de su terruño, de las cosas simples que solemos olvidar en la celeridad de la vida contemporánea. Una voz particular, socavada en profundidades del alma, con la fluidez del pueblo en su enunciado eufónico. Y en su caso hay que incluir al lector-escucha, ya que su verso sale de su pluma y de su elocución y también desde la voz del cantor. Es palabra y música. Mantener el equilibrio entre lo académico y lo popular, entre el estudio y la improvisación, son resueltos por Gerardo como si no hubiese esa contradicción que sustentamos con teorías y pleonasmos. El salto es imperceptible y por eso asombra tanto a cultos como a legos. Su poesía no requiere una formación académica para ser disfrutada y comprendida. Y, sin embargo, la chispa del genio y del ingenio no responde solamente a la impronta popular. Gerardo ha logrado conformar un mundo poético que lo identifica y que muestra como la poesía reúne los semejantes y los dispares. Encontrarnos con él y su obra en tiempo y forma es una felicidad del espíritu que superará los tiempos y espacios definidos.

 

Momentos de la presentación del libro Terruño

                                                     Fotografías: gentileza del escritor Gerardo Molina

El escritor Gerardo Molina

 

Gerardo  Molina y la escritora María García Marichal

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Top
Resumen de privacidad
Diafanís

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.

Cookies estrictamente necesarias

Las cookies estrictamente necesarias tiene que activarse siempre para que podamos guardar tus preferencias de ajustes de cookies.