Romance Americano Archivo - Archive Arte -Art Número 4 -Noviembre 2018 Poesías 22 de diciembre de 20181 de febrero de 2019 Marta de Arévalo – Escritora uruguaya mfdearevalo@hotmail.com ROMANCE AMERICANO [1] Del libro Tierra América (1992) I Mi abuelo vino del norte, mi padre nació en Achar y el ancestro de mi abuelo vino cruzando la mar. Mi abuela, aún la recuerdo, reposada dignidad, estirpe de fundadores desde su Melo natal. Trajo mi abuelo italiano nostalgias de su olivar, gestó hijos junto a sueños y vio centenaria edad. Sangre española y nativa, mi abuela materna al dar la vida a mi madre dióme esta raíz ancestral. Un abuelo aró mi tierra con amor y dignidad, con el sudor de su frente gozaba su pan en paz. El otro, enhebrando sueños saciaba su sed de andar, polvoriento de caminos yendo en paz a comerciar. Mis dos abuelas raíces eran tierra para amar, dieron hijos a la vida y duermen la muerte ya. Una, me enseñó las trovas antiguas de Portugal, la otra, silencios indios y algún romance casual. II Crisol de sangres mi sangre, ¿quién me pudiera contar desde qué remoto origen viene gozando a cantar? ¿De cuál ancestro los genes que me hacen llanto y soñar? ¿De cual ancestro los genes que hacen mi mente vibrar forjando sueños tremendos y visiones de otro lar? De lenguas que desconozco oraciones siento hablar y late en mi sangre nueva una voz universal. ¿Fue tal vez aquel trovero rey Denís de Portugal quien me dejó este legado cual agua de manantial? ¿Fuera tal vez gen itálico que en misterioso ambular integrado a mi materia trae memorias de otra edad? Tal vez la España guerrera o la España cultural me dio este orgullo de casta, vocación de arte real. O fue el indio legendario taciturno en hosquedad quien me dio el amor al árbol y el gusto a la soledad. III Soy la tierra americana, crisol de oscuro metal, devota y supersticiosa, impenetrable y cabal. Tengo por venas un río tan ancho como la mar y bullendo en las entrañas llevo el fuego de un volcán. Por el Ojos del Salado hablo mi voz primordial y del Iguazú en la risa canto la luz inicial, en las inmensas sabanas dilato la soledad y al centro, entre bananeros tengo entraña mineral. Las leyendas de El Dorado y las ruinas de Anahuac, amazonas profanado y el sigiloso jaguar, levantan silencios hondos cual si quisieran gritar, en el sur ruge el Pampero, velan dioses en Tikal. Desando silbos de quenas en orquídeas de ansiedad y roja soy con los ceibos a orillas del Uruguay. Caminos del continente vieron mi cobre pasar, silencioso como el puma y como el tiempo fugaz. IV Aunque a veces me conozco no sé de mi ser real, me pienso en alas ensueño y me pierdo en el volar, nacida estoy ha milenios y no por casualidad voy develando secretos que ni yo sé donde están. Voy mirando al infinito con pupila sin mirar, estoy muerta de hace tiempo viviendo en mi ser total, hablo los nombres dormidos nombrando mi identidad y más hablo si es que callo que si me pongo a nombrar. Pampa inmensa, verde selva, ríos de un mar a otro mar, en secretos cementerios duermen mis muertos en paz, en las tumbas profanadas oro y máscara ritual, entre las tumbas no halladas sabe el secreto callar. América antigua, América, sabe en silencio rezar invocando lunas rojas por un Dios universal. Mienten el mito inventado y el arqueólogo rapaz, solo los textos de piedra conocen la gran verdad. V Oculta está en las entrañas espinosas del nopal y en los silencios profundos de los viejos aimarás, la gritan a voz callando los silbidos del sabiá y las paredes salinas de la audaz Zipaquirá. Cerbatanas longicañas de cubierta palmeral la dicen mientras curvadas le dan caza al animal, los secretos contenidos en el lago de Atitlán y montículos de tierra todavía sin hollar. Soy la tierra americana conquistada y sin violar, virgen de siete secretos desde el Austro a Canadá. Me habitan los hombres blancos que hablan lengua de otro lar y los mestizos cenceños que mezclan lengua ancestral, pero ni el uno ni el otro conocen mi antigüedad que enroscada entre la hiedra canta a la orilla del mar, pues mi secreto guardado tan solo se lo he de dar al hombre de manos limpias que sepa vivir en paz. VI Hubo un tiempo entre los tiempos de la antigua humanidad, en que los hombres de cobre unidos y en libertad, hablaban la misma lengua, comían maíz en paz, en paz gestaban sus hijos y sembraban su solar. Fue antes de templos mayas antes del dios Quetzalcoatl, antes del tiempo del Inti y de armadura en metal, fue en un tiempo muy remoto que en mi gen grabado está, claro llega a mi memoria y oscuro se va fugaz. Cuando el tiempo desperece esta escondida verdad, iré creciendo en la savia del árbol de nunca más, seré semilla volando hacia la tierra total y creceré entre el silencio fragante de luz astral. Mas, mi América cantando su canto de azul y sal, morena de raza arisca se abrirá de mar a mar. Y al mostrar su herida amarga muy dulce amanecerá, virgen de miel de guayabos y corazón de ananá. [1] (1976) Mención de Honor Especial, fuera de concurso (debido a su extensión) en los Segundos Juegos Florales de la Intendencia de Venado Tuerto, Santa Fe, Argentina, en 1977. Se publicó por primera vez en 1978, en breve opúsculo que fue transcrito en 1979, por el periódico “El Centinela” de San Cristóbal, Táchira, Venezuela; y en 1989, por el periódico “Los Principios” de San José, Uruguay.