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Chemnitz celebra al bandoneón en programa de capital cultural europea 2025

 

Por Andreas Hummel y Hendrik Schmidt (dpa)

¿Qué une al tango con la ciudad de Chemnitz? Mucho: fue en esa ciudad alemana en la cual Carl Friedrich Uhlig creó la concertina, el instrumento que años más tarde se convertiría en el bandoneón, pieza clave del 2 x 4, el ritmo de la milonga.

Las milongas y conciertos formarán por eso parte del programa de la ciudad de Chemnitz, elegida este año capital cultural de Europa.

La búsqueda de pistas conduce al monumento a Karl Marx, en el centro de Chemnitz. Se dice que aquí se encontraba la cuna de la concertina.

«Era un típico hacedor de Chemnitz», dice Franz Wagner-Streuber, presidente y director artístico de la Sociedad Mozart de Sajonia, acerca de Uhlig. Procedente de la industria textil, Uhlig se propuso crear un instrumento que pudiera ser tocado fácilmente por cualquier persona.

Corría 1834 y el instrumento, de forma cuadrada, solo tenía inicialmente cinco botones en cada lado. Sin embargo, la gama de tonos se fue ampliando constantemente en los años siguientes.

Cada tecla tiene dos tonos: el que suena depende de si el fuelle está abierto o cerrado. Es lo que se denomina tonos alternos. Carl Friedrich Zimmermann, empleado de Uhlig, que más tarde fundó su propia empresa en Carlsfeld, en los Montes Metálicos, estaba especialmente interesado en ampliar la paleta. Un bandoneón de tango suele tener 142 notas.

Estos instrumentos se usaban mucho, sobre todo en los círculos obreros de Alemania. Los emigrantes acabaron llevándolos a Sudamérica, donde conocieron el tango en Argentina y Uruguay. «El tango ya existía, pero el bandoneón lo cambió por completo con su sonido inconfundible», afirma Jürgen Karthe.

Este oriundo de Dresde es un reputado bandoneonista y da clases de este instrumento. En 2024 publicó un libro sobre la historia del bandoneón. Aunque su cuna está en el estado federado de Sajonia, debe su nombre al músico y comerciante de instrumentos Heinrich Band, de Krefeld, en el estado federado de Renania del Norte-Westfalia.

Investigaciones recientes han demostrado que Zimmermann ya había inventado antes que Band, hacia 1843, la concertina de varias filas «y la llamó ‘armónica de unión’, que más tarde dio la vuelta al mundo como bandoneón», escribe Karthe en su libro.

Los fabricantes de instrumentos de Sajonia desarrollaron el bandoneón hasta la perfección. Los instrumentos fabricados por Ernst Louis Arnold (ELA) y Alfred Arnold (AA) de Carlsfeld alcanzaron especial fama. «Son los Stradivaris entre los bandoneones», explica Wagner-Streuber. A finales de la Segunda Guerra Mundial, habían exportado decenas de miles de ellos a Sudamérica.

El proyecto «Sonidos en movimiento – Concertina y bandoneón» de la Sociedad Mozart pretende mostrar durante el año como capital de la cultural de Chemnitz cómo Sajonia dio forma al tango con la fabricación de sus instrumentos.

El programa abarca desde una exposición y un festival hasta conciertos regulares, milongas y una gira temática por la ciudad. También habrá clases de bandoneón para adultos.

Según Karthe, actualmente hay tres empresas en Carlsfeld y Klingenthal, en Sajonia, que se dedican al bandoneón. Una de ellas es la «Bandonion & Concertinafabrik Klingenthal». En la fábrica, que cuenta con tres empleados, se fabrican cada año entre 50 y 70 instrumentos, todos ellos a mano, como explica su fundadora, Anja Rockstroh.

Para ello, se inspiran en los legendarios instrumentos de Alfred Arnold. Según contó , cada uno consta de más de 1.800 piezas. «Solo producimos por encargo, cada instrumento es único», afirmó.

Desde Klingenthal, los instrumentos también salen hoy en día hacia todo el mundo. «Muchos de ellos a países europeos como Francia, España e Italia, pero también a Corea y China», explicó.

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