De ida y vuelta por Antonio Ureña Archivo - Archive Ciencias y Comunicación - Science and Communication Número 22 - Noviembre 2024 6 de noviembre de 2024 Dr. Antonio Ureña – España leeresunderecho@gmail.com A ella, siempre le había llamado la atención esa manera de definir una música que, nacida a un lado del océano, regresó transformada al mezclase con los sonidos, ritmos y formas del otro lado del Atlántico: la música de ida y vuelta. Mientras pensaba en ello, sonaba en su interior la cadencia lenta, sensual y acompasada del fluir de las olas en una tarde tranquila, donde el viento acuna los pequeños barcos que llegan a puerto después de largas jornadas de navegación y a su memoria acudían esas canciones que tantas veces había escuchado lo largo de la costa mediterránea: desde Alicante hasta Gerona; desde Torrevieja a Calella de Palafrugell [i], cuyas letras hablan de mar, de amor, de nostalgia… Si el origen de tal música, como señala su nombre, hay que buscarlo en Cuba, sus raíces se encuentran en España, pues, según se dice, los marineros de la costa mediterránea llevaron sus canciones, entonadas para amenizar las larguísimas travesías, hasta la isla caribeña y trajeron las que allí aprendieron, bañadas por el exotismo de los ritmos procedentes de África, aunque la realidad de las habaneras sea un poco más compleja. Así, de forma casi inconsciente, se puso a tararear una de sus habaneras favoritas. La cual, pese a la belleza de su ritmo y melodía, hablaba de un momento terrible en la relación entre ambos lugares: la denominada Guerra de Cuba. Titulada “El meu avi” – mi abuelo – narra, en catalán, la historia de “el mejor barco de guerra de la flota de ultramar” en cuya tripulación: timonel, capitán, “mi abuelo” y catorce marineros habían nacido en Calella, como la propia Cristina. Pero cuando arribaren temps de guerres / de perfídies i traïcions / i en el mar de les Antilles / retronaren els canons (…) els mariners de Calella / i el meu avi enmig de tots / varen morir a coberta… [ii] Cantando en su interior esta habanera, pensaba en la capacidad; en el poder de la música, para transformar en belleza los momentos trágicos, como los descritos. Si bien el amor ha creado hermosísimas canciones, el desamor – ese sentimiento, o más bien ese estado, donde se mezclan dolor, tristeza, rabia o añoranza – ha dado lugar a algunos de los temas más conmovedores de la historia de la música, interpretados en los estilos más diversos: desde la balada al rock. Entre todos los que acudían en tropel a su memoria, eligió uno, sin dudarlo: Yesterday. Ese tema compuesto por Paul McCartney a mediados de la década de los 60 del siglo pasado y que, si bien en los primeros momentos no gustó al resto de Beatles, llegó a convertirse en una de las canciones más versionadas de todos los tiempos. Y es que las canciones, pero también la literatura o el arte en general, son creaciones de ida y vuelta. El músico, el compositor o el artista plástico no crea su obra de la nada; cuando se sienta a componer, escribir o trazar en un papel los primeros bocetos de su nueva obra, acuden a él todas las experiencias que ha vivido, ya sea personalmente o a través de las obras de obras de otros artistas, de los libros que ha leído o la música que ha escuchado. Todo ello se mezcla en su interior -al igual que la habanera fusiona la contradanza española o la francesa que llegó a Cuba o Haití, con los sones de origen africano traídos por los esclavos – y lo devuelve, transformado por su estilo o hacer personal, en forma de canción, pieza instrumental, texto narrativo, pintura, escultura u otras. Además, si su obra tiene acogida por quienes la escuchan, leen o contemplan, vuelve a él transformada: impregnada de todas historias, momentos y sensaciones que su trabajo ha generado. Y es que el arte siempre implica una travesía de ida y vuelta, tanto para el artista como para la persona que disfruta su obra. Como decía Borges, somos lo que somos por los que leemos, a lo que Cristina añadió, en voz alta para aseverar aún más ese pensamiento, aunque nadie pudiera oírla. – Y por lo que escuchamos y vemos. Mientras decía aquello, se volvió a mirar una de las fotos colocada en la estantería, tomada en alguno de sus muchos viajes por la costa mediterránea, concretamente en Torrevieja del Mar, donde podía verse una escultura de bronce, representando a una mujer, sentada en un banco a la orilla del mar, mirando hacia el horizonte como a la espera de esos barcos llegando a puerto que describen las habaneras. Casi sin pensarlo, con la mirada puesta en la foto sujeta entre sus manos y una sonrisa en la cara, comenzó a cantar la habanera El meu avi, balaceándose a su ritmo, o al ritmo del mar, que esta música reproducía; un mar que fuera muy importante en su vida y al que volvía una y otra vez a ritmo de habanera. – Y también lo que cantamos. Añadió, igualmente en voz alta, mientras colocaba de nuevo la foto en su lugar, sin perder esa sonrisa que el recuerdo del mar siempre transmitía a su rostro. [i] En estas dos localidades, en la provincia de Alicante -Comunidad Valenciana- y Gerona – Cataluña- respectivamente, se celebran los dos principales certámenes de Habaneras del país, si bien presentan importantes diferencias: mientras que el primero se dedica a corales polifónicas, el segundo lo hace a grupos de música popular, tanto en castellano como en la lengua propia de la Comunidad Autónoma o región: el catalán. [ii] Llegaron tiempos de guerras / de perfidias y traiciones / y en el mar de las Antillas / retronaron los cañones (…) los marineros de Calella y mi abuelo en medio de todos / van a morir a cubierta…