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Músico sirio cambia la guerra por el arte con su laúd árabe en Alemania

Por Wolfgang Jung y Uwe Anspach (dpa)

A veces, la sangrienta guerra civil en su Siria natal viene a la mente de Hesham Hamra cuando puntea las cuerdas de su ud o laúd árabe periforme.

«De vez en cuando cierro los ojos y voy de nuestra casa en Damasco al apartamento de un amigo», cuenta el músico. «Entonces huelo el aroma de los jazmines en las calles». Jazmín también es el nombre de una de las virtuosas piezas que Hamra compuso para el ensamble «Colourage» de Ludwigshafen, en el sudoeste de Alemania.

Colourage es un juego poético de palabras compuesto por color, valor (courage) y collage, para definar la combinación de la música de Oriente y Occidente.

El conjunto está formado por ocho músicos y fue fundado hace cuatro años por la Filarmónica Estatal de Renania-Palatinado, la Oriental Music Academy Mannheim (OMM) y la Academia de Música Pop de Mannheim. Algunos de los músicos tienen raíces turcas o sirias, como Hamra.

En este día nublado, Colourage ensaya en la sala de la Firlarmónica Estatal. Se oyen claramente los característicos tonos del laúd. El laúd árabe es considerado por algunos la «madre de los instrumentos de cuerda».

«Mi padre también es músico y solía tener alumnos en casa», relata Hamra. «Yo siempre estaba allí y aprendí a tocar el laúd a una edad temprana. Siempre quise ser músico».

El estallido de la guerra en Siria se interpuso en sus planes. «Me mudé a Dubái a finales de 2011 y trabajé allí como músico», prosigue Hamra. «Pero yo quería más. Quería una nueva vida. Así que volé a Turquía en 2016, tomé un barco desde allí a Grecia y luego viajé a Alemania a pie, por así decirlo. Al cabo de 25 días, estaba en Passau». ¿Fue peligroso? «Sí, pero solo se vive una vez».

Tras su llegada a Alemania, Hamra dio un concierto en Mannheim con un laúd prestado y le preguntaron si le gustaría asistir a la Academia de Música Pop. Con la ayuda de una beca, se licenció en el área de músicas del mundo y estudia composición en la academia de música. Al mismo tiempo, aprende alemán.

«El primer día en Alemania me di cuenta de que necesitaba el idioma. No es fácil. La televisión me ayuda un poco: series infantiles como «Little Nick»», dice el joven de 32 años y se ríe. Su alemán es notable. A veces, admite Hamra, apenas puede creer su suerte. Llegó al país sin nada y ahora escribe piezas para una orquesta.

André Uelner, director de proyecto de Colourage, afirma que se trata de una historia extraordinaria en un momento en que Alemania se debate sobre la escasez de trabajadores cualificados y la migración.

«Hesham trabaja muy duro. Incluso su profesor Sidney Corbett, de la Escuela Superior de Música de Mannheim, dice que nunca habría pensado que alguien pudiera lograr tanto en tan poco tiempo».

Para Uelner, la música es el elemento central del proyecto Colourage, que se fundó con financiación estatal. «¿Cómo se concibe la música en otras partes del mundo? Cuando investigo esto, se me enciende una luz y se abren espacios».

Todos los integrantes del conjunto aportaron su curiosidad desde el principio, comenta Uelner, añadiendo que también se trata de fomentarla tolerancia. «Intentamos crear igualdad de condiciones en el plano estructural», dice.

Por su parte, Hamra, que ahora tiene la nacionalidad alemana, concluye que su aprendizaje está lejos de haber terminado.

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