Luis Benítez: «Quien lee, traduce: lleva lo que dice el poeta a sus propios y más personales códigos; no importa lo que dice el poeta» por Marisa Avogadro Thomé Archivo - Archive Entrevistas - Interviews Número 19 - Noviembre de 2023 21 de noviembre de 202310 de mayo de 2024 Luis Benítez – Escritor argentino «El nexo que establece la poesía es capaz de abolir cualquier diferencia superficial y mostrarnos que tenemos los huesos idénticos, no importa dónde hayamos nacido», nos decía Luis Benitez, dialogando con Revista Diafanís; compartiendo su sentir intenso, profundo, que dota a la palabra de la capacidad para rescatar nuestra esencia como seres humanos, y hacernos iguales en tanto personas. En una extensa conversación con este reconocido escritor argentino; conocimos que es autor de 44 libros de poesía, ensayo y narrativa que han sido publicados en Argentina, Chile, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia, México, Rumania, Suecia, Venezuela y Uruguay. Parte de su obra ha sido traducida a más de cinco idiomas y pertenece a la generación de 1980. A medida que avanzaba la charla, fuimos descubriendo al profesional y a la persona generosa que alienta con espíritu solidario a escritores de diversas geografías, sean más o menos conocidos, dejando como en sus poemas, el motivo conductor que es la naturaleza humana. ¿Cómo lector: cuando descubrió su gusto por la literatura y cuál fue el género que concitó su atención? ¿Cómo escritor: cómo inició este recorrido y que escribió primero: poemas, cuentos? -Comencé a escribir –a intentar escribir literatura- a los 11 años. Recuerdo que se trató de un pseudocuento titulado El Alfiler, que felizmente no conservé. Luego insistí con algunos otros relatos, de los que sólo recuerdo un título: La Rata Verde, con el que gané un concurso de la escuela secundaria que me llenó de orgullo y confusión. Respecto de la poesía, mis primeros intentos se produjeron alrededor de los 15 años, más bien como consecuencia de mi afán con las lecturas de los clásicos españoles del siglo XIX y XX. Aprendemos por imitación, ya sabemos. Luego descubrí a los vanguardistas franceses, y, posteriormente, hacia mis 20 años, a la poesía anglosajona, que le dio un giro fundamental a mis intentos. Los poetas que más me impactaron entonces fueron los románticos ingleses: Byron, Coleridge, Shelley, Keats; luego T.S. Eliot, Ezra Pound, y fundamentalmente, Dylan Thomas, para mí –en mi desarrollo- el autor más importante. Y por supuesto, los poetas metafísicos ingleses del siglo XVII, que son una lectura ineludible. Además de los que ya referí, por supuesto Pablo Neruda (influencia de la que felizmente ya me liberé) y César Vallejo (influencia que me gustaría que se hubiera acentuado más en mi obra). También numerosos autores norteamericanos, como Allen Ginsberg, Allen Tate, Edgar Allan Poe, Denise Levertov, Richard Wilbur, Theodore Roetke, Amy Lowell y su sobrino (como poeta, menor que su extraordinaria tía) Robert Lowell, Emily Dickinson y en menor medida, Gregory Corso. Entre los argentinos, desde luego Jorge Luis Borges, el inevitable Borges. Y también Juan Laurentino Ortiz, Joaquín Giannuzzi, Antonio Requeni, Oliverio Girondo, César Rosales, Olga Orozco, Francisco Madariaga y Enrique Molina (estos dos últimos fueron décadas más tarde mis amigos). Respecto de qué me llevó a escribir, creo que fue un impulso que tenemos todos: el afán de expresar nuestras difusas sensaciones, de ponerlas en el papel para verlas frente a nosotros con alguna forma, examinarlas y creer que, así, comprenderemos algo de eso que somos; una idea errónea, sin duda, ya que las palabras transforman a las sensaciones… en palabras. En otra cosa que aquello que son, realmente, y que nunca comprenderemos cabalmente. Además, si es que uno va progresando un poco en literatura, llega el momento en que se da cuenta de que aquello que escribe le pertenece menos una vez que está escrito; se ha vuelto algo objetivo, externo, algo que puede compartir con los demás –cree uno- cuando en realidad los demás lo leerán desde sus propias ópticas, que difieren de la nuestra, desde luego y es bueno que así sea. Además, conspira contra esta idea primitiva de la “expresión del yo” el hecho de que descubrimos que lo escrito tiene sus propias reglas y su propio mundo, insertado en una tradición de 6.000 años de antigüedad. Eso es mucho tiempo y marca a lo escrito, lo quiera uno o no. Para la literatura lo importante no es el hombre que la escribe; a ella sólo le importa ella misma. Lo que nos suceda a nosotros sirve apenas –y en el mejor de los casos- como disparador del texto, es lo que acciona primariamente el gatillo. El arma tiene su propio blanco. De sus primeros trabajos en la escritura a constituirse en un reconocido escritor argentino, cuyos libros han sido traducidos a varios idiomas, y cuya obra ha recibido distinciones en el país y en el exterior; ¿cuáles situaciones favorecieron este desarrollo y cuáles fueron un escollo para conseguirlo? Creo que tuve mucha suerte, que en varias ocasiones salí a buscarla y que en algunas hasta la encontré. Yo no creo en el pensamiento mágico: es un “viaje de ida”, pero llamativamente cada vez que me dispuse a publicar un libro las cosas se dieron de modo tal que pude hacerlo. Desde luego y como le sucede a todo autor novel, tuve que pagar mis primeras ediciones de mi propio bolsillo; así sucede en la Argentina y también en la mayoría de los otros países, sean centrales o periféricos, eso lo sé muy bien por mi contacto con colegas de América y Europa. Y también sucedió en toda época: en 1913 Marcel Proust tuvo que pagarle al cajero de Éditions Grasset la edición prínceps de Du côté de chez Swann, nada menos que el primero de los siete tomos de su saga À la recherche du temps perdu. En mi caso, cuando se publicó Poemas de la tierra y la memoria (1980), mi primer poemario, se dio previamente la coincidencia de que una conocida editorial argentina me pagó generosamente un trabajo sobre un tema no literario -cosa que no solía hacer o bien demoraba concretar con autores bien reconocidos- y a la vez me contrató una agencia de publicidad para escribir el guion de un audiovisual que promocionaba una ignota playa del sur argentino. Con esos fondos fui a una imprenta y el 6 de enero del año antes mencionado salió a la luz mi poemario inicial, que al menos cronológicamente fue el primero de mi generación poética, la de los ’80. Posteriormente, hasta que a mediados de los ’90 algunos sellos nacionales y extranjeros comenzaron a ocuparse de publicarme por su cuenta, cada vez que quería editar mi poesía alcanzaba a disponer del dinero suficiente como para solventar una edición. Desde la mitad de los ’90 no tuve que volver a desembolsar de mi bolsillo para editar, sea aquí en la Argentina o en el exterior, por lo que me considero muy afortunado. Yo publico cuando otros pueden hacerlo con mis obras. También me ayudaron y mucho los subsidios otorgados por el Programa Sur de Apoyo a las Traducciones, dependiente de la Cancillería argentina, que otorga apoyo monetario desde 2009 a las editoriales foráneas interesadas en editar traducidos a autores nacionales. Gracias a esos subsidios pude editar varios de mis poemarios en Estados Unidos, Francia, Italia, Rumania. Además, el Programa Sur tiene un efecto sinérgico: a partir de publicar subsidiado, otros sellos editoriales se interesaron en mis obras y las dieron a conocer por las suyas, sin necesidad de los subsidios. Recibí de esta índole propuestas de edición de sellos estadounidenses, de París, de Italia, de Venezuela, entre otros. Anecdóticamente, cuando no tenía nada publicado fuera de la Argentina, me comuniqué con un editor italiano proponiéndole que editara uno de mis poemarios. El sujeto de marras fue muy franco conmigo, respondiéndome que primero lograra que me editase alguien en la Unión Europea o, “por lo menos, en los Estados Unidos” (textual: ¡qué muestra tan cabal de eurocentrismo!) y que luego él se encargaría de publicarme en su país. O sea: que alguien tenía que dar el primer paso y luego veríamos. Realizadas algunas ediciones de mis obras en EE.UU. y la UE, este personaje terminó por incluirme en su catálogo, como había anticipado años antes… Respecto de los obstáculos con los que tropecé para editar en mi propio país, en más de cuarenta años de trabajo con el género, fueron los mismos que obstruyeron antes y entorpecen ahora la difusión y el mejor conocimiento de la rica producción poética nacional, con más saña todavía la de las autoras y los autores que viven fuera del “corralito mágico” de la ciudad de Buenos Aires: el ninguneo reiterado de los medios de comunicación, que prácticamente ningún espacio le brindan a la poesía argentina; el esnobismo académico, que en reiteradas oportunidades se desvive por destacar afanosamente “la novedad” por la novedad misma, independientemente del valor poético intrínseco que tenga una obra; el efímero reinado de las modas literarias -si habré visto desfilar estrellas, estrellitas y asteroides en cuatro décadas, fulgurando un rato y apagándose después-, olvidándose ese modesto jet-set local y sus exégetas de que, como decía el viejo Borges, “un poeta debe escribir como un poeta, no como un período”. La carencia de posibilidades de las pequeñas y medianas casas editoriales, las indies, que son mayormente las que nos publican, para permanecer prolongadamente en el mercado, afrontando ellas los riesgos y gastos ocasionados por el lanzamiento de sus novedades. La pobreza franciscana de muchos premios literarios convocados a escala nacional, devorados por la inflación y cuyo monto no le alcanza a la autora o al autor premiados para siquiera pagar el papel que insume publicar un poemario de 48 ó 64 páginas. Males que persisten, obstáculos que seguramente deberán enfrentar también los poetas argentinos del futuro, como deben hacerlo los del presente. ¿Tiene temas preferidos para escribir o un hecho fortuito puede despertar en usted el acto de la creación a través de las palabras? Los temas “aparentes” de la poesía -luego aclaro lo de la apariencia temática- son solamente seis pares de opuestos: la vida y la muerte; el amor y el odio; el miedo y el valor; el tiempo sucesivo y el presente continuo; lo particular y lo colectivo; lo ilusorio y lo real. Todo aquello que parece ser lo demás, está incluido en estos pares de opuestos o en alguna de sus infinitas combinaciones. Menciono que son tópicas postizas, simulaciones, porque a la poesía solo le interesa hablar sobre sí misma, desde que se independizó de toda forma de representación. Constituye un universo en sí misma, paralelo al no poético, pero utiliza la ficción de estar hablando de asuntos que suceden en este para mejor contaminar con su esencialidad al lector, ya que esa es su actividad en el otro y por supuesto, la ejerce en el poeta también. A la poesía no le interesa lo que nos sucede; solo aquello que favorece su expresión, cuanto más lograda, mejor. No se puede ser Shakespeare sin sufrir -ni nada que se le parezca- pero que uno sufra, sea feliz, sienta desasosiego o esté a gusto en este mundo, son situaciones ajenas a la poesía; si eso dispara “el arma cargada de futuro” que refería Gabriel Celaya es lo importante en poesía. Ahora que en mi caso particular el proceso poético, lo que conduce a dejar sobre el papel y la sensibilidad de los demás algo que antes no existía sobre el mundo, se produce como sigue. Una sensación difusa pero muy potente, a la que yo denomino “el fantasma” me asalta súbitamente y es algo sin límites definidos, casi sin forma, y por supuesto no está hecho de palabras. Puede desencadenar esa sensación una frase oída al pasar, más habitualmente algo que leo o que recuerdo; a veces algo que veo por televisión. Luego, el fantasma del que hablo se vuelve impuro, se mezcla con otras impresiones, diferentes evocaciones, se le agregan partes ajenas, posteriores a su primer surgimiento, y allí, con muchísima suerte, ya se va volviendo parcialmente palabras: tenemos el comienzo o el final del futuro poema, un verso o, a veces, apenas una parte nuclear de él. El fantasma ha perdido peso, lo va ganando el lenguaje. A esta etapa, donde ya comienza a actuar lo reflexivo, la llamo “el monstruo”: está hecho de algunas palabras, residuos de la conmoción inicial ya bastante empañada por la especulación acerca de cuáles son sus posibles núcleos de sentido, cuál la mejor forma de expresarlos. Luego intervienen en la fragua las tramoyas del español, la más plástica de las lenguas; después la tergiversación sucesiva, los cambios de rumbo del sentido inicial; las treguas, cuando nos olvidamos casi por completo del asunto; posteriormente, la reanudación del trabajo antes concretado a medias por parte de uno, nosotros, que ya no es el mismo de días atrás, uno que trae otros aportes… El poema es siempre colectivo: lo hacen los sucesivos señores que somos, según pasan los días. El tema, me parece a mí, en definitiva, es lo menos importante de un poema. Es, por así decirlo, una excusa que emplea el poema para referirse casi siempre a las mismas cosas, fundamentalmente a sí mismo. Posteriormente, y en pleno campo de lo reflexivo, adviene el proceso de corrección, que es tan fastidioso como imprescindible. Tengo que sentarme “flauberianamente” muchas veces frente al texto antes de comprender finalmente que sí, que definitivamente está terminado, que es una obra acabada. Es que todo lleva a algo como “terminado”, “acabado”, “culminado”, que remiten obligadamente a la muerte. La verdad es que creo que está terminado / “muerto” para nuestro proceso interior, donde primero fue un fantasma, después un monstruo todavía sin forma, proteico, en constante transformación, pero también opino que una vez terminado el poema comienza a transitar por su segunda vida, pues sólo existe en el mundo cuando alguien lo lee o escucha. Hacia ello va el proceso de corrección: es como afilar un instrumento, un arma; la corrección es el procedimiento que le da filo, lo que le permite entrar en el lector. La corrección despoja al poema de los ripios, las rémoras que retrasarían su ingreso al espíritu del lector. Por ello es tan importante su proceso. Las joyas en bruto no brillan demasiado. Algunos países, como Estados Unidos, son un lugar de complejidad para que los autores latinos lleguen con sus obras. ¿Cómo ha logrado formar parte de conocidas instituciones y la difusión de sus libros, por ejemplo, en el país del norte? Ámbito complicado no solo para los autores latinos sino para los de otras procedencias también. Actualmente, en el enorme mercado editorial estadounidense, sólo el 3% de lo que se exhibe para la venta corresponde a traducciones a la lengua inglesa de autores no anglosajones. Ese porcentaje incluye a europeos, asiáticos, africanos y dentro de los latinoamericanos, a nosotros los argentinos. Aunque falta muchísimo, sin embargo, hay señales de alguna mejoría. Cuando yo vivía en Manhattan, entre 1992 y 1993, en todo el estado de Nueva York apenas 3 librerías nos aceptaban poemarios en español (¡!). Mi último libro publicado, este mismo año, 2023, fue La vida entera. Una antología, por el sello neoyorquino Pro Latina Press, que lo hizo en español. Es la única antología de mi obra poética editada en el extranjero en la versión original castellana, no traducida a la lengua local. Ello se debe a que la casa editora apuesta por el segmento lector hispanoparlante, que ha crecido enormemente desde los tempranos ’90. Hoy nuestro idioma es el segundo más hablado en los EE.UU., después del inglés. Y no solo por quienes han migrado a la Unión y sus descendientes, sino también por el lector bilingüe. Las causas del fenómeno: cada uno de los 50 estados poseen numerosas universidades, tanto privadas como públicas, y la mayoría de ellas tiene un Departamento de Español y Portugués. El bilingüismo, por razones económicas, políticas, sociales y culturales ha crecido tanto que mi editora, Pro Latina Press, así como otras de sus colegas, han optado por dirigirse específicamente a ese nicho de lectores. Los Estados Unidos ofrecen un camino diferente para la difusión de una obra poética, en referencia a otras latitudes. Usted debe publicar lo suyo primero en las pequeñas revistas de poesía -pequeñas a la escala del país-, que son leídas por los editores de las medianas. Una vez que esas pequeñas revistas lo han publicado, ya puede dirigirse a las medianas proponiéndoles que lo publiquen. A la vez, los editores de las grandes revistas de poesía de EE.UU. leen lo que editan las medianas y se repite el proceso. Pese al cataclismo económico mundial de 2008, que acabó con publicaciones que llevaban décadas apareciendo regularmente en los Estados Unidos, el sistema de pequeñas, medianas y grandes revistas poéticas sigue siendo lo suficientemente vigoroso como para soportar eficientemente ese sistema. Y cuando usted se haya hecho de alguna notoriedad, ya puede proponerle a una editorial estadounidense su manuscrito, con chances de que sea aceptado. Desde luego, le preguntarán invariablemente en qué revistas de poesía locales publicó antes sus piezas. En otros casos son los mismos sellos editores quienes van por usted, tras haberlo leído en alguno de esos medios periódicos. Ravenna Press, de Seattle, Washington, me propuso editar una antología de mi obra poética a partir de haber leído poemas míos en revistas de otros estados de la Unión, así como del Reino Unido, Turquía y la India. Así fue como editaron en 2011 A heron in Buenos Aires – Selected Poems, en traducción del poeta estadounidense Cooper Renner. Usted ha recibido importantes distinciones en México, Italia, India. Frente a públicos de culturas diferentes, ¿cuál sería el elemento que su obra logra amalgamar y reunirlos en las diferencias? Estimo que ello se debe a que mi poesía no le habla con exclusividad a personas de tal o cual determinada cultura, tradición o imagen del mundo acotada a unos estrechos límites, sino que aspira a una universalidad, a dirigirse al hombre en general, a aquello que nos une en vez de separarnos. Escribo una poesía cosmopolita, como señaló cierta vez un crítico literario. Hay coincidencias y son muchas, entre lectores que habitan regiones extremadamente lejanas entre sí, ya que todos los seres humanos poseemos una sensibilidad, una capacidad de entendimiento conceptual, atravesamos por situaciones si no iguales, muy semejantes en variados aspectos. Todos los seres humanos lloramos, reímos, tenemos ideas e ilusiones sobre esto y aquello, sentimos desasosiego, temor, dicha, amor, odio, curiosidad, aversión, deseo, fastidio, etc. Si intentamos hablarles a europeos y americanos, asiáticos o africanos de manera medular, yendo a las experiencias y las expectativas comunes, acertando a producir una identificación, estamos entrando en comunicación con lo más interno y esencial de cada uno de ellos. Quien lee, traduce: lleva lo que dice el poeta a sus propios y más personales códigos; no importa lo que dice el poeta. Interesa lo que traduce el lector a sus propios términos y cuando logramos eso desde un texto propuesto como punto de arranque, se ratifica lo que mencionó alguna vez la gran poeta inglesa Denise Levertov, nacionalizada estadounidense: “La poesía es una forma de la telepatía”. Ese nexo que establece la poesía es capaz de abolir cualquier diferencia superficial y mostrarnos que tenemos los huesos idénticos, no importa dónde hayamos nacido. ¿Está trabajando en algún proyecto? Actualmente estoy escribiendo un nuevo poemario, sobre la base de algunas relecturas que hice de la mitología judía medieval. En ella aparece la figura de Lilit, reputada como la primera mujer de Adán, anterior a Eva. Lilit fue expulsada del Paraíso, según algunas versiones, mientras que en otras fue ella quien huyó del Edén. Pero en ambas vertientes de la leyenda la causa fue la misma: Lilit se negó a obedecer a Adán. En mi poemario, ella, la gran desobediente -que es un ser mítico y por lo tanto, uno inmortal- recorre el tiempo y el espacio mundanos apreciando las condiciones en que viven las mujeres, hasta llegar al presente. El libro está en plena realización, aunque calculo terminarlo para 2024. La prisa no es uno de mis vicios preferidos. Es poco frecuente hallar personas que con su trabajo trascienden fronteras como es su caso y que posean actitudes de tanta generosidad como es su caso. Lo digo ya que la revista a mi cargo, Diafanís, tiene el honor de ofrecer desde su biblioteca en línea, un ejemplar de su Breve Antología Poética, de forma libre. ¿Qué lo moviliza para tener estas gentilezas y acercar estas distancias? Creo que la poesía y también la literatura y el arte en general, son patrimonio de toda la humanidad. Que cuanto más sean conocidos sus logros y sus yerros, mejor para todo el mundo. ¿Cómo no compartir lo que uno hace? Es muy de agradecer que la biblioteca virtual de Diafanís ofrezca gratuita y libremente el acceso a una antología de mis obras, que casualmente fue compilada y prologada para su publicación en 2008 por Ediciones Juglaría, de Rosario, por la poeta y periodista Elizabeth Auster, nacida en Buenos Aires pero actualmente residente en Mendoza y eso desde hace muchos años. Ciertamente siento una gran gratitud hacia Diafanís por hacer posible que mis poemas lleguen a más y más lectores. Ya lo decía hace siglos don Miguel de Cervantes Saavedra, en sus Novelas Ejemplares: “El primer deber del poeta es ser generoso”; y el de los editores, también. ¡Celebro que así sea! Marisa Avogadro Thomé, escritora y periodista argentina ACERCA DEL AUTOR LUIS BENÍTEZ El poeta, narrador y ensayista Luis Benítez nació en Buenos Aires el 10 de noviembre de 1956. Es miembro de la Academia Iberoamericana de Poesía, Capítulo de New York, (EE.UU.) con sede en la Columbia University; de la World Poetry Society (EE.UU.); de World Poets (Grecia) y del Advisory Board de Poetry Press (La India). Ha recibido el título de Compagnon de la Poèsie de la Association La Porte des Poètes, con sede en la Université de La Sorbonne, París, Francia. Miembro de la Asociación de Poetas Argentinos (APOA) y de la Sociedad de Escritoras y Escritores de la República Argentina (SEA) y del PEN Club Argentino. Ha recibido numerosos premios nacionales e internacionales por su obra literaria, entre ellos el Primer Premio Internacional de Poesía La Porte des Poètes (París, 1991); la Mención de Honor del Concurso Municipal de Literatura (Poesía, Buenos Aires, 1991); el Segundo Premio Bienal de la Poesía Argentina (Buenos Aires, 1992); el Primer Premio Joven Literatura (Poesía) de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat (Buenos Aires, 1996); el Primer Premio del Concurso Internacional de Ficción (Montevideo, 1996); el Primo Premio Tuscolorum di Poesia (Sicilia, Italia, 1996); el Primer Premio de Novela Letras de Oro (Buenos Aires, 2003); el Accesit 10éme. Concours International de Poésie (París, 2003), el Primer Premio Internacional para Obra Publicada “Macedonio Palomino” (México, 2007) y el Tercer Premio Municipal “Ricardo Rojas” de Novela (2022). Sus 44 libros de poesía, ensayo y narrativa han sido publicados en Argentina, Chile, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia, México, Rumania, Suecia, Venezuela y Uruguay. Su libro: Breve Antología Poética puede descarse de forma libre desde la Bilbioeca en línea de Diafanís: https://revistadiafanis.com.ar/biblioteca/ Últimos títulos publicados: Una gran guerra habita las cosas. Lo mejor de Luis Benítez (antología poética, selección y prólogo de Gabriela Guerra Rey, maestrante en Letras Latinoamericanas por la Universidad Nacional Autónoma de México —UNAM), Editorial Aquitania Siglo XXI, Colección Consagrados, Ciudad de México, México, 2022. La vida entera. Una antología, Pro Latina Press, Nueva York, EE.UU. 156 págs. 2023. Obra poética publicada en Argentina Poemas de la Tierra y la Memoria. Editorial Stephen and Bloom, Buenos Aires, 1980. Mitologías/La Balada de la Mujer Perdida. Editorial Ultimo Reino, Buenos Aires, 1983. Behering y otros poemas. Ed. Filofalsía, Buenos Aires, 1985. Guerras, Epitafios y Conversaciones. Editorial. Satura, Buenos Aires,1989. Fractal. Ediciones Correo Latino, Buenos Aires, 1992. Itinerarios: Antología (selección y ensayo preliminar de Alejandro Elis-sagaray), Ed. Nueva Generación, Buenos Aires, 2001. El venenero y otros poemas. Cuadernillo de edición limitada, Editorial Nueva Generación, Buenos Aires, 2005. Luis Benítez: Breve Antología Poética (selección y prólogo de Elizabeth Auster), Ed. Juglaría, Rosario, provincia de Santa Fe, 2008. Manhattan Song. Cinco poemas occidentales. Ediciones El Final de la Noche, Buenos Aires, 2010. La Tarde del Elefante y Otros Poemas. Ediciones Buenos Aires Poetry, Buenos Aires, 2014. La Tierra Permanece. (Antología) Buena Vista Editorial, provincia de Córdoba, 2018. Complete Poems 1980-2006. (e-book, trad. al inglés de B. Allocati. Prólogo de Neil Leadbeater). Buenos Aires, Ed. La Esquina de los Vientos, 2018. Nadie sabe dónde estuvimos. Santa Fe, Provincia de Santa Fe, Editorial Palabrava, 2021. Obra poética publicada en el extranjero Behering y otros poemas. Editorial Cuadernos del Zopilote, México D.F., 1993. El Pasado y las Vísperas. Editorial de la Universidad de los Andes, Mérida, Venezuela, 1995. Selected Poems (antología poética, edición bilingüe, selección y traducción al inglés de Verónica Miranda). Editorial Luz Bilingual Publishing, Inc., Los Ángeles, EE.UU., 1996). La Yegua de la Noche. Ediciones del Castillo, Santiago de Chile, Chile, 2001 Antología poética (antología en e-book, introducción, selección y notas de Alejandro Elissagaray), Ed. Wordtheque, Bolonia, Italia, 2005. Poemas Reunidos (antología en e-book, introducción, selección y notas de Elizabeth Auster), Ed. La Sombra del Membrillo, Madrid, España, 2006. Luis Benítez: Breve Antología Poética (e-book, Biblioteca de Libros de Poesía), Ed. Itakkus, Jaén, España, 2008. La Tarde del Elefante y Otros Poemas. Editorial Ala de Cuervo, Caracas, Venezuela, 2006. La Tarde del Elefante y Otros Poemas. Ediciones Azafrán y Cinabrio, Aguascalientes, México, 2008. Poemas Completos (3 tomos, ensayo introductorio del Prof. Lic. Luis González Platón, de la Universidad de Madrid) Ediciones Publicatuslibros.com, Jaén, España, 2010, edición en e-book. A Heron in Buenos Aires. Selected Poems (antología poética compilada y traducida al inglés por el poeta estadounidense Cooper Renner. Ensayo epilogal de Carmen Vasco Fernández Moreno). Ed. Ravenna Press, Seattle, EE.UU., 2011). Bering och Andra Dikter (trad. al sueco por Maria Nääs), Ed. Siesta Förlag, Malmö, Suecia, 2012. La Sera dell’Elefante e Altre Poesie (trad. al italiano por Emilio Coco), Ed. Sentieri Meridiani Edizioni, Italia, 2012. Manhattan Song. Cinci poeme occidentale (trad. al rumano por Flavia Cosma), Ed. Ars Longa Editura, Rumania, 2013. Les imaginations (trad. al francés por Jean Dif), Éditions L’Harmattan, París, Francia, 2013. Luis Benítez: A short poetic anthology (introducción, selección y notas de Elizabeth Auster, trad. al inglés por Beatriz Allocati). Ed. The Littoral Press, Suffolk, Inglaterra, 2013. Luis Benítez: Breve Anthologie Poétique (introducción, selección y notas de Elizabeth Auster, traducción al francés de Jean Dif), Éditions La Résonance, Pau, Francia, 2014. Las Palabras y los Días (antología en e-book, Ed. Raffaelli Editore), Rímini, Italia, 2015. Poemul de Fier (antología, trad. al rumano de Diana Dragomirescu), Ed. Bibliotheca Universalis, Bucarest, Rumania, 2015. Lascia che parli Ezra Pound / Deja que hable Ezra Pound (antología bilingüe, italiano-castellano, selección de Mario Meléndez, trad. al italiano de Gianni Darconza), Rímini, Italia, Raffaelli Editore, 2016. The afternoon of the elephant and other poems (trad. al inglés por Beatriz Allocati), Katakana Editores, Miami, EE.UU., 2020. Una gran guerra habita las cosas. Lo mejor de Luis Benítez (antología poética, selección y prólogo de Gabriela Guerra Rey, maestrante en Letras Latinoamericanas por la Universidad Nacional Autónoma de México —UNAM), Editorial Aquitania Siglo XXI, Ciudad de México, México, 2022. La vida entera. Una antología (Pro Latina Press, Nueva York, EE.UU., 2023). Obras sobre el autor Sobre las poesías de Luis Benítez, de Carlos Elliff (ensayo, Ed. Metáfora, Buenos Aires, 1991). Conversaciones con el poeta Luis Benítez, de Alejandro Elissagaray y Pamela Nader (Tomo I, 1995; Tomo II, 1997, Ed. Nueva Generación, Buenos Aires). La Poesía es como el Aroma. Poética de Luis Benítez (ensayo, por el Prof. Dr. Camilo Fernández Cozman, miembro de número de la Academia Peruana de la Lengua, Ed. Nueva Generación, Buenos Aires, 2009). La novelística de Luis Benítez. Aproximaciones críticas a la historiografía, la mitología y la masculinidad patriarcal (ensayo, por el Prof. Dr. Assen Kokalov, de la Purdue University, Indiana, EE.UU., con prólogo del Prof. Dr. David William Foster, de la Arizona State University. Ed. Nueva Generación, Buenos Aires, 2015).