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El ermitaño del norte neuquino que aún abraza a su soledad

 

Ruperto «Peto» Martínez y su amigo

 

Ruperto «Peto» Martínez vive hace muchos años en el paraje Aguada La Chilca, a 23 kilómetros de la mítica Balsa Huitrín.

 

Por Fabián Cares * – especial

fabiancaresprensa@gmail.com

En la vida todas las personas somos un eslabón en el universo. Cada una, en su tiempo, circunstancia o lugar le da significado a algunas palabras que están escritas en los diccionarios. Un equipo de personas le da entidad a la palabra unión, integración y fortaleza. En cambio, una persona sola puede ser sinónimo de autonomía, elección o soledad. En definitiva, todo es muy relativo.

Es así que, en un punto específico del norte neuquino, en tierras cercanas a la mítica Balsa Huitrín y entremedio de una pequeña alameda y un prodiga vertiente y al amparo de una pirca empotrada en un cerro transcurre los días de su existencia Don Peto, un hombre ermitaño por propia decisión y voluntad.

El año anterior, en otra publicación de LMNeuquén, se dio a conocer la historia de Ruperto Martínez, un hombre solitario y ermitaño, de unos 70 y más años que sigue viviendo en Aguada La Chilca, a unos 65 kilómetros de Chos Malal por la ruta 9 camino a la mítica Balsa Huitrín. Habita una rudimentaria vivienda y hasta allí periódicamente llega el sargento ayudante de la policía provincial, Gabriel Méndez para visitarlo y acercarle lo que necesita o para atender sus necesidades o simplemente para tender los puentes para que lo asistan desde salud de Chorriaca o atendiendo también las solicitudes de visita que imparten desde el Juzgado de Paz de Taquimilán. Esta es la historia de su amistad que continúan sosteniendo en medio de la nada y donde Peto aún sigue abrazando a su soledad como su forma de vida.

 

Un hermano mellizo

La historia de este hombre ermitaño siempre estuvo signada por las carencias y por la falta de cariño y amor desde temprana edad. Don Peto tiene un hermano mellizo llamado Mario que vive en otro puesto cerca de la localidad de Chorriaca. Ambos hermanos fueron abandonados a su suerte por sus padres apenas contaban con 6 años. Un matrimonio de la zona les dio cobijo y les brindó un hogar junto a sus seis hijos. La vida fue transcurriendo y fueron grandes. Una de las hermanas del corazón al enviudar se fue a vivir a un lugar cercano a la Balsa Huitrín y se llevó con ella a los “mellizos Martínez”, sus hermanos de crianza.

Pasaron los años y los hermanos se quedaron viviendo juntos, pero nadie puede precisar por qué separaron sus caminos y Ruperto quedó viviendo cerca de la Balsa Huitrín, en Aguada La Chilca y su hermano partió a otro puesto más lejos a trabajar con una familia. Desde entonces los que lo conocen a don Peto dicen que “siempre estuvo solo y con su alma”. Algunos estiman que tiene alrededor de 75 años y que vive solo por costumbre y aseguran que es una persona muy feliz a su manera.

Hay quienes cuentan también las andanzas de don Peto en su juventud. Era muy buen jinete y domador de caballos ariscos. Era frecuente verlo en los caminos cumpliendo con el ritual de la trashumancia hasta una veranada cerca de Manzano Amargo. Otros destacan sus buenas dotes de jugador de fútbol. Así como estas hay muchas historias que lo retratan como un hombre de campo “hecho y derecho” y que nunca le esquivó la espalda a ningún trabajo y a ninguna costumbre campera.

 

En tiempos de pandemia

La pandemia que atravesó la vida de todos, tampoco le fue esquiva a Peto y así la vida y el destino lo hizo cruzar con el sargento ayudante de la policía provincial Gabriel Méndez. El efectivo hace 18 años que pertenece a la institución y trabaja en el destacamento policial de Chorriaca, con dependencia de la Comisaría 50 de Taquimilán, desde el año 2019. Antes había cumplido funciones en la Comisaría 24 de Chos Malal y supo ser en su momento soldado voluntario en el RIM 26 de Junín de los Andes.

Durante toda la cuarentena Méndez y algún compañero más llegaban periódicamente a visitarlo a Peto, para saber su estado de salud y para evaluar sus necesidades. Fue verdaderamente un “ángel azul” para este hombre de pequeña estatura, pero grande de corazón. Esa amistad se mantuvo con el tiempo y este lunes el sargento ayudante Gabriel Méndez junto a su compañero sargento primero Javier Cid, llegó nuevamente a su casa para visitarlo y para atender sus necesidades.

 

Una amistad que se afianza

Méndez contó que tanto él como sus compañeros desde el destacamento policial cumplen un valioso rol social y que es fundamental muchas veces para asistir a personas que están en lugares casi inaccesibles. “Estas visitas se realizan con todos los puesteros de la zona debido a las bajas temperaturas. Verificando el estado de salud, y si tienen provisiones para pasar el invierno cruel que se viene. Se cubre todo el sector de la costa del río Neuquén”, explicó Méndez. Agregó que “en el caso de don Peto lo visitamos en la tarde de este lunes por pedido del juzgado de Paz de Taquimilán. Igualmente, mis otros compañeros habían estado con él hace tres días atrás”.

El efectivo policial se encargó de remarcar que toda la comunidad de Taquimilán desde las instituciones como del puesto de salud de Chorriaca están muy al pendiente de su vida. Informó además que el hombre cuenta con una tutora que es la que se encarga de su persona y de proveerle víveres. En cuanto a la última visita y en tono risueño el policía relató que “Don Peto anda mejor que nosotros, ningún drama el viejito lindo. Está gordito”.

Méndez contó también un poco la cotidianidad de don Peto. “El arma fuego en la chocita que tiene sobre el cerro y se abriga bien y así pasa los días. Ayer lo encontramos cuando andaba buscando leña por eso andaba con una soga al cuello. Con esa soga arma pequeños atados de leña de jarilla y de todos los arbustos de la zona y los acarrea para su casa. Nos contó que en las noches no pasa frío”.

Comentó también cómo es la relación con don Peto. “Él está acostumbrado a estar muy solo. Está ubicado en tiempo y espacio para su edad. Tiene una radio y escucha todo el día hasta que le duran las pilas. Mientras tenga comida y cama no tiene drama. Siempre charlamos un rato y muchas veces nos reímos con algunas picardías que nos contamos”, sostuvo Méndez.

Con algo de emoción expresó que “a mí me nace mucho amor y cariño por don Peto al verlo tan solo, así como a todos los puesteros que vamos a visitar. Mis compañeros y yo intentamos llevar siempre un ratito de compañía, de reírnos un rato, de compartir un tiempito”. Por último, dijo que “don Peto no tiene perro, no tiene familia, no tiene nada. Él está absolutamente solo. Pero saber que está bien siempre es gratificante. El elige ese modo de vida y hay que respetárselo”. Para cerrar comentó que ama esa costumbre de llegar al puesto, tocar la bocina del móvil policial y verlo salir a don Peto silbando y diciendo en voz alta: «Epa amigo. Aquí estoy».

* Esta entrevista realizada por el periodista Fabián Cares fue publicada en el Diario La Mañana Neuquén, el día 13 de junio de 2023 y agradecemos tanto al autor como al periódico, que nos permitieron compartir el material: https://www.lmneuquen.com/neuquen/el-ermitano-del-norte-neuquino-que-aun-abraza-su-soledad-n1031332

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