Texturas sonoras e identidad por Antonio Ureña Archivo - Archive Ciencias y Comunicación - Science and Communication Número 17 - Marzo 2023 5 de marzo de 2023 Dr. Antonio García Ureña – España – leeresunderecho@gmail.com Si buceamos en nuestra memoria, encontraremos un montón de sonidos familiares que se encuentran anclados a esas raíces profundas que nos definen, primero como individuos, pero también como miembros de una sociedad, de una cultura. Dichos sonidos nos llevan a encontrarnos, e incluso a reconciliarnos con nuestra propia identidad. En esa colección de sonidos encontramos aquella canción de cuna; la misma que, a lo largo de años, incluso siglos, condujo al sueño a multitud de generaciones, pero también regaló a las mismas, desde la más tierna infancia, un sentido de pertenencia social y cultural. Esto lo comprenderemos años después, cuando veamos sonreír a alguien mientras la escucha, a la vez que en su rostro se dibuja una expresión de ternura y aquella ternura nos invada. En el cada vez más abandonado paisaje rural español; en la llamada España vaciada; en esos territorios que han venido restando habitantes desde mediados del S.XX, como resultado de políticas económicas que han provocado la concentración, cuando no el hacinamiento de la población en núcleos urbanos. En estos paisajes, se reproducen sensaciones muy parecidas a las descritas en las líneas anteriores, cuando se escucha el sonido de las campanas. Y es que, durante siglos, su tañido ha obedecido, no solo a motivaciones religiosas, como llamar a la oración o similar. Durante siglos, las campanas han sido, no un medio de comunicación, si no el medio de comunicación fundamental en el campo español, informando de incendios, tormentas, fallecimientos. nacimientos, convocando a reuniones ya fuera por motivo de catástrofe o fiesta, y un largo etcétera. Este sonido tan importante, que nos atrevemos a calificar como “sonido identitario”; este ancestral medio de comunicación, fue declarado por la UNESCO, en noviembre de 2022, como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, lo cual implica poner en valor y asegurar la continuidad de dicha tradición, preservándola para generaciones futuras. Se han identificado más de treinta toques manuales diferentes y dentro de ellos, cada pueblo o cada comunidad tiene su peculiar forma de hacer. Si las nanas constituyen el paisaje sonoro de la más tiene infancia, las campanas son el paisaje sonoro del campo español. Como en determinada ocasión afirmaba un campanero: “desde lo alto de un campanario se ve y se escucha la vida”. Al otro lado del océano, en el noroeste argentino, -originario de la provincia de Santiago del Estero, aunque extendido por toda la región y países andinos – junto a quenas, erkes, charangos o guitarras, aparece un instrumento, el bombo leguero, cuya función no ha sido únicamente participar en la interpretación de chacareras, cuecas, zambas, yaravíes, gatos o mil y un ritmos más. Al igual que las campanas, este instrumento ha sido utilizado como medio de comunicación para transmitir mensajes en el campo argentino, dado que su sonido podía escucharse, como señala el título de un documental estrenado en 2019 y dirigido por Andrea Krujosky, a una legua. Sin embargo, y a diferencia de las anteriores, su función como medio de comunicación, lamentablemente se ha perdido hace mucho, demasiado tiempo… De ahí la importancia de la declaración de la UNESCO, citada. Cambiando nuevamente de orilla atlántica, entre el norte de España y el Sur de Francia, en la región histórica de Euskadi o País Vasco, existe un instrumento musical que también ha servido como medio de comunicación, antes incluso de la aparición y difusión de las campanas. Nos referimos a la txalaparta. Este sencillo instrumento consiste en varios tablones de madera, apoyados en dos soportes, entre los cuales se coloca hojarasca de maíz o una piel de oveja como aislante, y se golpea verticalmente con dos palos. Su origen se remonta, según algunas teorías, a las cuevas paleolíticas. El repiqueteo de la txalaparta imitaría al galope del caballo y, así, se relacionaría con las pinturas rupestres, además de ser un sistema de comunicación entre asentamientos cercanos, Otras teorías sitúan dicho origen en el neolítico o en época romana. Sea como fuere, tanto el de las campanas, como del bombo leguero o la txalaparta son algo más que meros sonidos con algún valor histórico. Son una importante de memoria de una colectividad. Son parte importante de la textura de nuestra identidad. De ahí la importancia de su conservación.