Jacinto Morales Archivo - Archive Arte -Art Número 12 - Julio de 2021 Poesías 24 de julio de 2021 Manuel Fernando Guzmán Jiménez Un poeta en el exilio – Guadalajara – Jalisco – México unpoetaenelexilio@hotmail.com Jacinto Morales Voy a platicar un cuento, es historia verdadera, fue en un pueblo de Sonora, cerquita de la frontera. Era una zona minada rodeada de federales, torrentes de oro y plata, los sacaban en costales. Los caciques del lugar no se daban tregua alguna, se explotaba a la gente con látigo y con machete. Corrían los años veinte: Zapata en el sur, Villa en el noroeste, a Obregón lo eliminaban, León Toral le dio en la frente. Las familias eran pobres habitantes de la sierra, jornadas de veinte horas y a dormir a la galera. El dólar es el que corría -nada más entre los jefes- al pueblo, pan y frijoles y si no te gusta, vete. «¡Qué infortunio, qué desmadre, habiendo tanto dinero y soportando tantos males!» decía Jacinto Morales. Los azotes y los golpes pan nuestro de cada día, los necios y los valientes a diario desaparecían. Entre tantos miserables a uno le sobró valor, sacó fuerzas de flaqueza: «¡Van a saber quién soy yo!». A escondidas fue matando federales: «¡De ésta no los salva nadie!», gritó Jacinto Morales. Cargó su cuerpo con pilas y un carro de dinamita, una noche sin estrellas había fraguado la cita. Jacinto gritaba ufano: «¡Malandrines desgraciados, aquí nos morimos todos, esta historia se ha acabado!». El pueblo desapareció, cenizas solo quedaron, bajando de la sierra estaban los manantiales. Un viejo triste, desconsolado, llora y trova en un mezquite: «¡Adiós, Jacinto Morales, hombre de oro y plata fuiste!». Esta historia es verdadera, el hombre que trova y llora es el padre de Jacinto, él escapó de la hoguera.