Dr Eduardo Pineda Villanueva: «El estudio de la vida nace de la curiosidad innata de los seres humanos» Archivo - Archive Entrevistas - Interviews Mayo 2021 5 de mayo de 20217 de julio de 2022 Dr. Eduardo Pineda Villanueva – Puebla – México Desde Puebla, México, el Dr. Eduardo Pineda Villanueva mantuvo una extensa charla con Revista Diafanís, para conversar acerca de su vocación por la biología, la divulgación científica y su gusto por la lectura. Profesional multifacético, siempre dispuesto a desarrollar nuevas ideas, a colaborar, conjuga la ciencia biológica, las matemáticas, la manera de dar a conocer con un lenguaje simple y claro el mundo científico que lo apasiona y el arte, expresado a través de las columnas literarias que escribe, entre otras publicaciones. Con nosotros, el Dr. Pineda Villanueva ¿Cuándo descubrió su vocación por la biología? El estudio de la vida nace de la curiosidad innata de los seres humanos, no imagino a un niño sin curiosidad por su entorno. Pensemos por un momento, un niño está en un parque y ve volar frente a sus ojos una mariposa de colores amarillo y naranja, el movimiento natural del pequeño será intentar atraparla, se maravillará con sus colores y formas y mentalmente imitará el vuelo de la mariposa. Después, mientras camina por las praderas del parque seguramente verá otras mariposas, pero de diversos colores y se preguntará o le preguntará a algún adulto por qué sus colores cambian, por qué se posan en las flores. Si es un niño aún más curioso se preguntará por qué las mariposas tienen una lengua larga y enroscada en espiral, después notará que esa lengua acaricia las flores y las hojas recogiendo el néctar y en un punto de su recorrido también notará la variedad y diversidad de plantas, los colores de las flores, las texturas de las hojas de los árboles y hierbas. Se detendrá quizá a ver el vuelo rastrero de las golondrinas cazando insectos, buscará sus nidos, buscará a sus presas y se preguntará ahora por los insectos y después por las redes tróficas debido a que las golondrinas se los estaban comiendo y talvez le pregunte a su mamá quién se come a las golondrinas y, si la mamá no le coarta la inspiración, el niño apreciará los procesos de la vida y la muerte como algo natural y maravilloso. Así que, ante tu pregunta, yo diría que descubrí mi vocación al mismo tiempo que el resto de los seres humanos: en la infancia, sólo que fui de los afortunados que preservaron esa vocación a pesar del mundo de los adultos y a pesar de la escuela que intentó por tantos y tantos años suprimir la imaginación y adoctrinar el pensamiento. ¿Sabes? Creo que lo peor que le puede pasar a una mente inquieta y despierta como la de los niños es que los encajonen en procesos de aprendizaje que arrebatan la autenticidad y limitan la capacidad creativa, pierden de esa forma su individualidad y se educan como personas obedientes de un sistema que necesita trabajadores precisamente, obedientes; algo así como máquinas que no cuestionen, que no duden y que no deseen soñar por arriba de los dogmas establecidos. Empero, a algunos de nosotros, el sistema fáctico no pudo moldear y nos convertimos en humanistas, científicos, poetas, escritores, soñadores. ¿Cómo fueron sus inicios en estas actividades? Ya en al ámbito de lo profesional, mis acercamientos científicos a la biología iniciaron con los estudios de biología matemática, estoy convencido de que el lenguaje apropiado para establecer e intentar responder una pregunta con rigor científico es el lenguaje matemático, me di cuenta muy pronto en la universidad de que las mejores formas de establecer los problemas de la evolución biológica distaban de las prácticas darwinianas, la descripción de las características que hacen evidente la evolución de las especies es muy pobre para intentar entender “la ruta de la evolución”; en cambio la comprensión de los sistemas complejos, la física no lineal y la impredecibilidad le dan otro horizonte a la biología evolutiva, ya no hay procesos lineales sino redes, ya no hay una causa efecto directa sino una multiplicidad de efectos por las mismas causas, algunas de ellas no determinadas y ni siquiera imaginadas desde sus propias causas anteriores. Se trastoca el genetismo y la biología molecular porque se cuestiona con dureza el “cheteris parivus” (todo lo demás constante) al que obliga la experimentación de gabinete. El laboratorio no es la naturaleza y las condiciones naturales de los fenómenos son incontrolables. Es imposible meter la naturaleza, ni siquiera a escala celular, en un matraz. De modo que la biología matemática me apasionaba, sin embargo, en un punto de mi vida como académico, choqué de frente con un fenómeno que aterriza más bien en el terreno de la ecología de comunidades (la interacción de los seres vivos con su entorno), la arquitectura vegetal de especies como Cephalocereus columna trajani llamó poderosamente mi atención. Aquellos cactus columnares se torcían formando una espiral con sus viejos meristemos florales que dejaban tras de sí una colección de cicatrices que trazaban una curva desde el ápice en dirección a la base la planta. Sabíamos que los meristemos florales (justo el punto donde “nace” la flor de la planta) surgían en dirección al norte polar de la Tierra porque en el hemisferio norte de nuestro planeta la insolación más intensa proviene del sur debido a que el Sol realiza un “recorrido” hemiecuatorial por la eclíptica del planeta, de manera que los rayos solares inciden con mucho mayor número de fotones y radiación UV desde el sur, los meristemos podrían no ser viables por el exceso de calor y radiación así que brotan hacia el norte. Bien, con lo anterior podemos presuponer que la marca de cicatrices que las flores van dejando en la cactácea deberían formar una línea recta en la cara norte de la planta con una distancia igual al crecimiento anual de la misma. Pero la curiosidad científica surgió cuando notamos que no era una línea recta sino una espiral. Asociamos los grados de desviación de la espiral con el movimiento de precesión del planeta y concluimos que la inclinación de los rayos del Sol variaba por este movimiento planetario y la planta “esquivaba” la sobre insolación con una rotación del tallo y haciendo brotar los meristemos en espiral. Así fue como mis intereses se volcaron a la astrobiología. Posteriormente tuve intereses en la conducta animal y la ecología química asociada estrechamente con la etología. También se dedica a los temas de divulgación científica. ¿Cómo llegó a conformar los talleres de divulgación en la BUAP para niños y adolescentes? Es muy pertinente tu pregunta, principalmente por lo que te comentaba al inicio de esta conversación. Decíamos que los niños tienen una curiosidad innata por temas abordados con rigor en la ciencia, es decir que son algo así como proto científicos, y decíamos también que los sistemas educativos al servicio del orden económico y socio político coartan esa creatividad y curiosidad. Bajo esas premisas resulta urgente la divulgación científica y me gustaría explicar de manera muy general a que nos referimos con divulgación y para ello acudo a la etimología de la palabra, son dos vocablos: di ir y vulgos pueblo. Divulgar es ir al pueblo, y entonces la pregunta inmediata es: por qué debemos ir al pueblo (en este caso con temas científicos) y la respuesta es muy evidente dadas las estructuras de gobierno que privan en casi todo el orbe: porque el pueblo no va a venir. Y por qué el pueblo no va a venir, porque no le interesa o cree que no le interesa, y por qué no le interesa, porque desde niños les han alejado de la ciencia, los han distraído con contenidos chatarra en los medios masivos de comunicación, los han asustado con catecismos eclesiásticos, les han puesto los intereses en los bienes materiales y no en la riqueza intelectual a través de la publicidad y las presiones propias de las sociedades de consumo. Entonces nosotros debemos ir al pueblo, mostrar que el conocimiento no sólo no es aburrido o tedioso, sino que es maravilloso, que es la vuelta a la verdadera infancia, que es la contemplación, el estudio y el análisis, que es mejor saber que creer. De manera que conjugamos varios talleres a través de la Dirección General de Bibliotecas en la Universidad Autónoma de Puebla México y a través del Instituto Nacional de Astrofísica Óptica y Electrónica, tuvimos apoyo de la sociedad civil también, por ejemplo, la Asociación Puebla Lee, Puebla Lectora, Caravanas Culturales de Puebla, entre otras y conformamos un frente de divulgación científico y cultural en el estado y sus regiones. Posteriormente tuvimos la oportunidad de incursionar en la Radio universitaria con un programa de entrevistas a científicos y humanistas de la Máxima Casa de Estudios con la finalidad de lograr que sus cuestionamientos y resultados llegaran, precisamente al vulgo, al pueblo. ¿Cómo ha conjugado sus múltiples actividades con su intensa actividad radial? ¿En qué programas participó y actualmente trabaja en estos temas? El mundo de la radiodifusión es extenso, basto, cuasi infinito. Poco a poco me llevó a otros lares: la música, la historia de la ciudad y sus crónicas, la vida cotidiana de los pueblos circunvecinos y la vida diaria de los barrios también formaron parte de nuestro interés en la divulgación. Y creo que en esa etapa de mi vida múltiples intereses despertaron en mi como el arte culinario, la historia, la literatura, la medicina tradicional, las enseñanzas de boca en boca de los pueblos alejados, sus formas de vida y sus formas de entender la naturaleza, el ecoturismo, la apreciación de las lenguas nativas, la pasión por el latín y la profundización en la teología de la liberación. Usted es una persona multifacética y también aborda el arte, tanto a través de la presentación de temas musicales, como de la escritura de artículos sobre literatura, filosofía. ¿Cuánto tiempo hace que le interesan estos temas y como conjuga su actividad relacionada con el campo de la biología, los animales y el arte? Construir puentes intelectuales es lo que, lamentablemente, pocos hacen, existe un filme que me agrada y disfruto mucho, se titula “Por siempre Alice” y trata sobre una Dra. en Ciencias del Lenguaje que a sus cincuenta años de edad es diagnosticada con el síndrome de Alzheimer, y aunque la película va por la forma en que Alice se debate entre la cordura y la razón sobre la pérdida de la memoria, y no es precisamente el tema de esta conversación, acudo al guion de este rodaje solo por una frase de Alice en las primeras escenas: “Los estudiosos han decidido la especialización y más aún la sobre especialización, cada vez saben más y más de menos hasta que terminen por saber todo de nada” y lo cito por la exactitud de tu pregunta, conjugar diversas áreas del conocimiento y del facere (hacer) humano exige decir no a la sobre especialización, abrir la mente a todo tipo de conocimiento, tener una plasticidad neuronal que nos permita recibir cualquier información sin menoscabarla y someterla al escrutinio de la duda y la razón. Ver, por ejemplo, como decía Sor Juana Inés de la Cruz, que bien se puede filosofar y aderezar la cena. Y esta propuesta que hoy lanzo como piedra al río en tu amena conversación no es para nada nueva, en el renacimiento los estudiosos abordaban una multiplicidad de temas, pintores eran también médicos y mecánicos, escultores estudiaban la botánica y sacerdotes iniciaban la comprensión de la selección artificial en los huertos de las abadías. La educación monástica iba hacia la erudición. Entonces tal vez este abordaje multifacético no sea más que un acto de añoranza por esa vida a intelectual que se ha perdido en este mundo acelerado y entusiasmado por la producción en masa. ¿En el marco de la emergencia sanitaria internacional, cómo considera el papel que cumplen las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en estos temas de ciencia y arte que le ocupan? No puede ser más exacta y atinada tu pregunta, vemos con regocijo que la tecnología cibernética, la digitalización de los procesos y las plataformas de internet han acortado estratosféricamente las distancias y con ello han hecho extremadamente accesible la información para casi cualquier persona, y ahora en el marco de la pandemia por SARS COV 2, con mucha mayor potencia. Hay recorridos virtuales a museos, ayer vi con zoom y en alta definición la bóveda de la Capella Sixtina sin salir de mi estudio, la semana pasada pude ver en la pantalla de mi teléfono móvil las tabletas cuneiformes de babilonia y los libros vedas en fotografías con movimiento, pero, me pregunto, ¿verlos en las pantallas es por lo menos similar a verlos en un museo, oler los frescos de las capillas italianas, cobijarse bajo las sombras de los palacios, caminar las exposiciones de arte con las manos entrecruzadas puesta en la baja espalda, maravillarse con las conversaciones de los ancianos en las cercanías de sitios históricos? Creo que no. La tecnología hace un holograma del mundo real pero no es el mundo real, está tal vez bien mientras el mundo está confinado, pero no se debe hacer costumbre. Y, por otra parte, no nos debe llevar a confundir la información con el conocimiento, internet posee casi toda la información, pero es solo cuando ésta se somete a debate, discusión e interpelación cuando puede convertirse en conocimiento. De manera que tenemos algo que agradecer a la pandemia: nos acercó peligrosamente al conformismo de estudiar, ver y conocer a distancia. Nada, ningún dispositivo por más real definition que pueda ser va a sustituir el contacto humano, ningún libro digital se atesora ni huele como un libro impreso. Desea compartir proyectos al corto y mediano plazo en los cuales esté trabajando. Para concluir esta conversación con nuestros amigos de Diafanís, te he de contar que trabajo en la elaboración de un libro de cuentos y en otro más que recapitule las invitaciones a la lectura que he realizado con tu gentil invitación en la Columna Tiempo de Lectura dentro de esta misma publicación y por lo que te estoy infinitamente agradecido. Entrevista realizada por la Mag. Marisa Avogadro Thomé, periodista y escritora argentina ACERCA DEL AUTOR Dr. Eduardo Pineda Villanueva México e-mail: ep293868@gmail.com Egresado de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, se ha dedicado al estudio de las ciencias de la vida, la divulgación científica y humanista. Es apasionado de la lectura, principalmente de la literaratura iberomaricana, del ajedrez y la escritura de cuento y ensayo. Se ha desempeñado en la academia, la radiodifusión, la redacción y la investigación. Tiene publicaciones en revistas científicas de los temas referidos tanto en su país, como en el exterior. Es Miembro del Consejo Editorial Internacional de Diafanís. Posee ranking de ajedrez a nivel nacional e internacional. Actualmente escribe en la Revista Diafanís de la Argentina la columna Tiempo de Lectura.