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Otoño Dorado – Poemario de Marta de Arévalo – Especial para Diafanís

 

Marta de Arévalo – Escritora y Poeta uruguaya

mfdearevalo@gmail.com

 

OTOÑO DORADO (1973)

 

Marta de Arévalo

Este poemario se editó en 1992 en el

Libro ESPEJOS (Antologia de inéditos)

que reunió 7 pemarios hasta el momento

inéditos escritos entre 1971 y 1977.

En 2020 se incluyó el libro ESPEJOS  con todo

su contenido en OBRA EN EL TIEMPO.

(Ediciones Deslind, Auspicio el Frente de

             Afirmación Hispanista. A.C. (México)

 

VUELOS

Abajo dos naranjos,

arriba pino y luz.

En un vuelo de ausencias

gaviotas en azul.

 

Otoño se estremece

en silbos y fragancias.

En un aire de abismo

me abismo solitaria.

 

 

OCRES

Silenciosa se posa la tarde

en dormido abandono del sol.

Amargo un clavel moribundo

desata una luz misteriosa

en esencia y fulgor.

 

Anda un luto sutil en el aire.

La sinfonía del ocre

en las cosas

toda alma acrecienta.

De los ojos se adueña.

 

Mi fantasma

—luz pausada en la piel—

calla

y sueña.

 

PALOMAS

Bajo el azul y verde

radiante blanco

va una paloma.

 

Mi alma paloma callada

curvada hacia el gris

ve gris y plomo

la tarde de estaño

en la flor

en mi luz.

En el blanco contorno

fulgente

de alado trasluz.

 

Mediatarde luminosa y trinada.

La paloma se aleja en la luz.

En la sombra mi alma

desflora

su pétalo azul.

 

 

COLORES

En los confines redondos del cielo

se abren azules sin fin.

Es el velo rasgado del tiempo

que al pasar engaña

mis ojos aquí.

 

La tarde se muere

en un verde-amarillo.

La tarde se tiende

en su sol más sutil.

 

Por entre el ramaje

marrón y dorado

llegan la nostalgia

y el invierno gris.

 

BRUMAS

Mi tarde se muere suspirando

tras su paso perlado en la luz.

¡Ah, si el sol de la gracia infinita

vistiera de fiesta mi oscuro jardín!

 

Va la tarde

perlada en la bruma.

En la bruma del alma

cualquier tarde es gris.

 

 

HA  LLOVIDO

Otoño dorado camina

por valles marchitos de llanto.

No silba el amor en la brisa

el viento es un potro de estaño.

 

La mano que ciñe silencios

borra la tormenta. Divago…

Junto a la tormenta se roba

mis rosas con dedos amargos.

 

En prisma de arcanos el cielo

presagiando tardíos milagros.

Entreabre una pausa de luz

un sol amarillo y mojado.

 

El gris agiganta el espectro

del iris tendido en el arco.

La tarde lustrosa de lluvia,

mi jardín desleído en el llanto.

 

Otoño dorado se inclina.

¡Aún melodioso canta un pájaro!

 

 

NOSTALGIA

Mi sangre en arpegios

bajada

al insomne fluir

de la ausencia.

El viento de otoño

cantaba

nostalgias.

 

A lo lejos

en catedral de recuerdos

rezaba

el alma.

 

A lo lejos

juncales del silencio

quebraban

la balada.

 

 

HOJITA

Otoño prendió sus dorados

en mi alma

soñando al pasar.

El alma marchita ya estaba

en un débil tallo

jugando a rodar.

 

Vuela hojita

jugando a ser alma.

Vas dorada de arder

en la luz.

Pasa el viento sonoro

y te arrastra

y cree que tú cantas

si gimes en cruz.

 

UNA LLAMA

Raudo corre el viento.

Por sus alas inclinadas

fugaces trepo

en roja espiral

de ardor y tiempo.

 

Hay una llama trémula.

Asciende al infinito

sin barreras

y en lenguas temblorosas

me consume entera.

Luminoso tacto que despliega

en los profundos misterios

del ser

me incendia.

 

Viento fatigado

lengua de la llama

en el abismo.

Ya sin luz

me aferro a los tallos

frágiles del llanto.

 

 

ÚLTIMA LUZ

La luz

enredada en las hojas

ondea el ramaje

desmayando el color.

Como estrella agotada

titila

y se aferra

en el tronco marrón.

La última luz que suspira

se estira

desde el pálido sol.

 

La luz languidece

aferrada a mi alma.

La luz se retuerce

en un cielo otoñal.

La serpiente de la luz

profundiza

y se bebe

mi savia vital.

 

 

CORAZÓN

Tenue la brisa

sonora melodía

entreteje de azul.

y el corazón absorto

ensaya unos silbidos

perdidos de fragancia

mientras la tarde huye

sutil y anaranjada

ensordecida de trinos

de árbol

de luz.

 

El corazón no sabe

las antiguas baladas

ingenuas del amor.

El corazón se enluta

de pájaros perdidos

y verdes ya dormidos

sepultos en adiós.

 

Corazón dorado

corazón azul

encierra los antiguos

secretos desvelados

en un ataúd.

 

 

TIEMPO

Por el arco albar de tiempo

cruza el otoño dorado.

Milagro vaciado en luz

en la sombra evaporado.

 

La luna de oro

sueña su nostalgia.

 

El sol fue muerto

en la escarcha

desangrado y solo

crucificado de lilas.

 

La noche

como una charca de plata.

Brilla la luna en el fondo

como rosa

sin fragancia.

 

 

ACENTO

Mi voz anda en el río.

¿No oyes las olas romper?

Es acento gigante que ruge

de las olas vibrante sostén.

 

Es la espuma la pluma del ala

de este abismo que crece en el ser.

Encerrado en esférico vuelo

solo puede gemir y caer.

 

Deslumbrado en la luz que fulgura

gira y gira en la ola sin paz.

El alma estrenando sus vuelos

junto a la muralla embiste al vibrar.

 

Nadie oye mi voz en el río.

Todo oído está sordo de sal.

 

 

VIAJE

Voy hacia la inmensidad

desprendida

de todo lo que nombro.

 

Llevo un rayo de sol

por equipaje.

Mis manos no tienen

aquel mi dulce tacto.

A tientas y en misterio

ya palpan otro aire.

 

Por no fatigar la senda

no llevo

ni el amor ni la ofensa.

Sola. El pecho como piedra

pesando en sombra ciega.

 

Grillos callados de mi sangre

aguardan.

Voy sin mí

más yo que antes.

 

 

PAVOR

Otoño dorado inclina

su abanico tornasol.

El viento canta y ahoga

el espectro del color.

 

Gris y plomo del silencio

son rotos en derredor.

Largo cuchillo descarga

relámpago y vibración.

 

El latido en pulso asusta.

Fiebre y miedo y depresión.

Otoño es sombra y nostalgia,

lluvia recia hondo pavor.

 

 

ASCENSIÓN

Centinela azul es la memoria

que enciende

cada noche

hogueras temblorosas.

 

Pupila de un fuego

que me nombra.

Soy íntegramente yo

y en espirales

despliego hacia mi ayer arcano

un vuelo profundo

que me invoca.

 

Me rapto del sentir

apacible de mis cosas

para subir a la vorágine

del águila futura

esplendorosa.

 

Desbocada de luz

y trepadora

enfilo hacia el abismo

de un imposible dios

que me devora.

 

 

SOMBRAS

Silva el viento en la lluvia.

Amarga lluvia es la lágrima.

Rezo mis sueños marchitos

y la oración no acompaña.

 

No acude mi fiebre de soles

a encender el vibrar de la ronda.

La noche es un llanto desierto,

camino pastora de sombras.

 

 

A LO LEJOS

Melodía que no fue.

Llama azul sin alumbrar.

Por el arco del silencio

otoño dorado expira

su luz desterrada y fría.

Yace la luna en el suelo

como gastado oropel.

 

El viento sesgó las cuerdas

con el filo de las hachas

crecidas en su canción

y ascendió por el espacio

envuelto en negro sudario.

A lo lejos

fue callada la balada.

 

Miraba el alma la luna

y en su espejo

reflejada

deshojada

se encontró.

 

 

 

 

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