Otoño Dorado – Poemario de Marta de Arévalo – Especial para Diafanís Archivo - Archive Arte -Art Número 11 - Marzo 2021 Poesías 31 de marzo de 20218 de abril de 2021 Marta de Arévalo – Escritora y Poeta uruguaya mfdearevalo@gmail.com OTOÑO DORADO (1973) Marta de Arévalo Este poemario se editó en 1992 en el Libro ESPEJOS (Antologia de inéditos) que reunió 7 pemarios hasta el momento inéditos escritos entre 1971 y 1977. En 2020 se incluyó el libro ESPEJOS con todo su contenido en OBRA EN EL TIEMPO. (Ediciones Deslind, Auspicio el Frente de Afirmación Hispanista. A.C. (México) VUELOS Abajo dos naranjos, arriba pino y luz. En un vuelo de ausencias gaviotas en azul. Otoño se estremece en silbos y fragancias. En un aire de abismo me abismo solitaria. OCRES Silenciosa se posa la tarde en dormido abandono del sol. Amargo un clavel moribundo desata una luz misteriosa en esencia y fulgor. Anda un luto sutil en el aire. La sinfonía del ocre en las cosas toda alma acrecienta. De los ojos se adueña. Mi fantasma —luz pausada en la piel— calla y sueña. PALOMAS Bajo el azul y verde radiante blanco va una paloma. Mi alma paloma callada curvada hacia el gris ve gris y plomo la tarde de estaño en la flor en mi luz. En el blanco contorno fulgente de alado trasluz. Mediatarde luminosa y trinada. La paloma se aleja en la luz. En la sombra mi alma desflora su pétalo azul. COLORES En los confines redondos del cielo se abren azules sin fin. Es el velo rasgado del tiempo que al pasar engaña mis ojos aquí. La tarde se muere en un verde-amarillo. La tarde se tiende en su sol más sutil. Por entre el ramaje marrón y dorado llegan la nostalgia y el invierno gris. BRUMAS Mi tarde se muere suspirando tras su paso perlado en la luz. ¡Ah, si el sol de la gracia infinita vistiera de fiesta mi oscuro jardín! Va la tarde perlada en la bruma. En la bruma del alma cualquier tarde es gris. HA LLOVIDO Otoño dorado camina por valles marchitos de llanto. No silba el amor en la brisa el viento es un potro de estaño. La mano que ciñe silencios borra la tormenta. Divago… Junto a la tormenta se roba mis rosas con dedos amargos. En prisma de arcanos el cielo presagiando tardíos milagros. Entreabre una pausa de luz un sol amarillo y mojado. El gris agiganta el espectro del iris tendido en el arco. La tarde lustrosa de lluvia, mi jardín desleído en el llanto. Otoño dorado se inclina. ¡Aún melodioso canta un pájaro! NOSTALGIA Mi sangre en arpegios bajada al insomne fluir de la ausencia. El viento de otoño cantaba nostalgias. A lo lejos en catedral de recuerdos rezaba el alma. A lo lejos juncales del silencio quebraban la balada. HOJITA Otoño prendió sus dorados en mi alma soñando al pasar. El alma marchita ya estaba en un débil tallo jugando a rodar. Vuela hojita jugando a ser alma. Vas dorada de arder en la luz. Pasa el viento sonoro y te arrastra y cree que tú cantas si gimes en cruz. UNA LLAMA Raudo corre el viento. Por sus alas inclinadas fugaces trepo en roja espiral de ardor y tiempo. Hay una llama trémula. Asciende al infinito sin barreras y en lenguas temblorosas me consume entera. Luminoso tacto que despliega en los profundos misterios del ser me incendia. Viento fatigado lengua de la llama en el abismo. Ya sin luz me aferro a los tallos frágiles del llanto. ÚLTIMA LUZ La luz enredada en las hojas ondea el ramaje desmayando el color. Como estrella agotada titila y se aferra en el tronco marrón. La última luz que suspira se estira desde el pálido sol. La luz languidece aferrada a mi alma. La luz se retuerce en un cielo otoñal. La serpiente de la luz profundiza y se bebe mi savia vital. CORAZÓN Tenue la brisa sonora melodía entreteje de azul. y el corazón absorto ensaya unos silbidos perdidos de fragancia mientras la tarde huye sutil y anaranjada ensordecida de trinos de árbol de luz. El corazón no sabe las antiguas baladas ingenuas del amor. El corazón se enluta de pájaros perdidos y verdes ya dormidos sepultos en adiós. Corazón dorado corazón azul encierra los antiguos secretos desvelados en un ataúd. TIEMPO Por el arco albar de tiempo cruza el otoño dorado. Milagro vaciado en luz en la sombra evaporado. La luna de oro sueña su nostalgia. El sol fue muerto en la escarcha desangrado y solo crucificado de lilas. La noche como una charca de plata. Brilla la luna en el fondo como rosa sin fragancia. ACENTO Mi voz anda en el río. ¿No oyes las olas romper? Es acento gigante que ruge de las olas vibrante sostén. Es la espuma la pluma del ala de este abismo que crece en el ser. Encerrado en esférico vuelo solo puede gemir y caer. Deslumbrado en la luz que fulgura gira y gira en la ola sin paz. El alma estrenando sus vuelos junto a la muralla embiste al vibrar. Nadie oye mi voz en el río. Todo oído está sordo de sal. VIAJE Voy hacia la inmensidad desprendida de todo lo que nombro. Llevo un rayo de sol por equipaje. Mis manos no tienen aquel mi dulce tacto. A tientas y en misterio ya palpan otro aire. Por no fatigar la senda no llevo ni el amor ni la ofensa. Sola. El pecho como piedra pesando en sombra ciega. Grillos callados de mi sangre aguardan. Voy sin mí más yo que antes. PAVOR Otoño dorado inclina su abanico tornasol. El viento canta y ahoga el espectro del color. Gris y plomo del silencio son rotos en derredor. Largo cuchillo descarga relámpago y vibración. El latido en pulso asusta. Fiebre y miedo y depresión. Otoño es sombra y nostalgia, lluvia recia hondo pavor. ASCENSIÓN Centinela azul es la memoria que enciende cada noche hogueras temblorosas. Pupila de un fuego que me nombra. Soy íntegramente yo y en espirales despliego hacia mi ayer arcano un vuelo profundo que me invoca. Me rapto del sentir apacible de mis cosas para subir a la vorágine del águila futura esplendorosa. Desbocada de luz y trepadora enfilo hacia el abismo de un imposible dios que me devora. SOMBRAS Silva el viento en la lluvia. Amarga lluvia es la lágrima. Rezo mis sueños marchitos y la oración no acompaña. No acude mi fiebre de soles a encender el vibrar de la ronda. La noche es un llanto desierto, camino pastora de sombras. A LO LEJOS Melodía que no fue. Llama azul sin alumbrar. Por el arco del silencio otoño dorado expira su luz desterrada y fría. Yace la luna en el suelo como gastado oropel. El viento sesgó las cuerdas con el filo de las hachas crecidas en su canción y ascendió por el espacio envuelto en negro sudario. A lo lejos fue callada la balada. Miraba el alma la luna y en su espejo reflejada deshojada se encontró.