No hay cisne negro en educación: la calidad sigue devaluada – Especial para Diafanís Archivo - Archive Ciencias y Comunicación - Science and Communication Número 10 - Noviembre 2020 19 de noviembre de 2020 Jorge Enrique Hadandoniu Oviedo (JEHO) Profesor de castellano y literatura. Poeta. Escritor. Docente. Villa Mercedes – San Luis – Argentina ejeho2012@hotmail.com Esta pandemia responsable de la cuarentena en sus diversas modalidades, fases, etapas y modos de adaptarse o recrearse ha traído muchas sorpresas, tal vez menos de las imaginadas. Pero sigue aproximándonos cuestiones muy conocidas y con las que convivimos desde hace casi treinta años. 1993 marca el inicio de los operativos que evalúan anualmente la calidad educativa, con mayor o menor significación, información, difusión y consideración informativa, se han desarrollado también con variaciones más formales que esenciales y han coincidido siempre en algunos aspectos: Son muestras, con excepción de algunas jurisdicciones. San Luis, a fines del siglo pasado, lo hizo censal. Con relación al operativo anterior, resultados predominantemente negativos y sólo levemente positivos en algunas áreas. Prensa por unos días, con titulares catastróficos. Luego, olvidado. Actitud reticente desde grupos o ámbitos educativos, especialmente con relación a dos temas centrales: evaluar y calidad. Información tardía con relación a quienes lo aplicaron (al año siguiente y excepcionalmente, con más demora) Irregular bajada de información y documentación a las diferentes jurisdicciones y a los establecimientos Cursos, actualizaciones y algunos acuerdos (el más reciente con el gobierno francés para la enseñanza de la matemática, años 2018 -2019) con escaso o nulo impacto en los resultados por una parte y en la práctica docente por otra. Tensiones de diferentes niveles y grados entre los actores nacionales, provinciales, sindicales, pero de escasa transferencia al hecho concreto de los operativos. Algunas advertencias sobre la construcción deficitaria de las pruebas en diferentes tiempos y en cuanto a la manera de ser aplicadas. ¿Y por qué no hay CISNE NEGRO en EDUCACIÓN? Porque la característica del cisne negro (como el caso de la pandemia) es su cualidad de ser sorprendente, única, diferente, imprevista. En educación no hubo sorpresa, son semejantes, repetitivos y previsibles los resultados más o menos difundidos del operativo de evaluación (Pruebas Aprender) que se administraron el año pasado. Asimismo, algunos especialistas que han dado su opinión continúan insistiendo con los argumentos falaces que nos llevan a estos resultados. A la espera de no generar enojos o posiciones extremas, nos parece pertinente, así como resumimos antes coincidencias, reflexionar sobre algunas cuestiones significativas si alguna vez pretendemos mejorar no sólo los resultados (que son consecuencias) sino el desempeño real de nuestro sistema educativo. En un acontecimiento inusitado y con la respuesta inmediata del Ministerio de Educación de la Nación, realizamos unas jornadas de Calidad Educativa, en Villa Mercedes, provincia de San Luis, en 1993. Contamos con la participación de la Lic. Lucrecia Tulic, quien anunció desde este rincón del interior del interior la realización del 2do. Operativo de Evaluación de la Calidad para el año siguiente. La noticia fue irrelevante por aquellos días, pero en realidad se acababan de recibir los primeros resultados del operativo inaugural y en medio de desconfianza y cierta agresividad de sectores mayoritariamente académicos, se ponía en duda la continuidad de los Operativos y airadamente se tomaba posición en contra de evaluar calidad, pues lo relacionaban, con toda intencionalidad, con privatización de la educación. Al pasar los años, los mismos ámbitos que criticaban se sumaron alegremente a los procedimientos de calidad en las instituciones universitarias y a los Operativos o a los cursos y capacitaciones que de allí emergieron. Como nuestra memoria es frágil, consideré apropiado traer a colación este hecho y a su vez las recomendaciones, observaciones y hasta predicciones que fuimos realizando desde aquel entonces. Todo sigue vigente, con el perjuicio correspondiente de no haber adoptado, cada cual en su momento, las medidas necesarias para modificar la situación de diagnósticos pobres en la superación de las múltiples falencias detectadas, señaladas y existentes. Cualquier sistema de planificación requiere como primer paso el diagnóstico que en el caso que nos ocupa, debería ser al inicio del ciclo lectivo. También se implementó, al menos con disposiciones que se fueron diluyendo con el tiempo, el requerimiento de que cada docente, en cada asignatura, cada curso y cada año realizara un diagnóstico inicial. El mismo iba (probablemente también vaya hoy) precedido por dos semanas de revisión, lo cual hizo, en el caso de los que lo hayan implementado, flaco favor a saber con precisión los niveles de retención de conocimiento y menos aún de habilidades. La estandarización de las pruebas, según cada disciplina, debe ser lo más rigurosa posible, en cuanto a la indagación de los conocimientos, o -al menos- de los saberes. En las etapas iniciales de los Operativos, se dictaron cursillos específicos sobre la construcción de los ítems, con el fin de contratar docentes para proveer de los mismos. Como suele ocurrir en nuestro país, nunca estuvo clara la continuidad de la estrategia. A nivel de prueba, es notoria (por su estructura) la diferencia a favor de las de Lengua, en relación con las de ciencias (matemática, en particular) que son más objetivas. Se sostiene actualmente que los alumnos han mejorado su rendimiento de LENGUA y que decrecen sus habilidades y respuestas en MATEMÁTICA. Alguna especialista, que por respeto no citamos, sostiene que se “enseña muy abstractamente”, aludiendo al nivel secundario. ¡Pobre Piaget! ¿Es, entonces, ahora, reconocer que los adolescentes no tienen capacidad de abstracción? En cuanto a las “técnicas” de acercar a alumnos y alumnas a la realidad a través de aplicaciones concretas de las matemáticas, hay material abundante. El problema esencial de matemática es la LECTURA. Al no saber “leer” o “interpretar” con precisión tanto problemas como planteos, es muy difícil saber qué aplicar. También se aplicaron estrategias y recomendaciones, algunas de las cuales pretendían corregir el problema de la comprensión, al ingresar a otro nivel. El más notorio es el caso de la llamada Alfabetización Académica de uso en muchas universidades y que después de diez años de implementarla, ha reconocido su fracaso y – probablemente- se esté rediseñando. Considerando la persistencia de esta grave falencia, en relación con la lectura comprensiva, sostuve y sostengo que hasta tanto no se aplique el MODELO INTEGRADOR DE LECTURA[1], seguirán existiendo y se profundizarán las dificultades en esta materia. Con una mirada integradora, a nivel general, solamente la implementación del DESARROLLO DE LA INTELIGENCIA, según las pautas del Dr. Luis Alberto Machado, resolvería las dificultades integrales de las evaluaciones, porque mejorarían notoriamente lo que importa que son los aprendizajes significativos. Las evaluaciones de calidad son imprescindibles. Para que sean el complemento apropiado de una metodología que se ocupe de que haya aprendizaje consolidado, debe incluirse en un contexto apropiado. En tal sentido, el desconocimiento prácticamente general de la norma ISO 30.000 que fuera presentada en el 2001, genera todo tipo de dudas con relación a cualquier proyecto que pretenda mejorar la calidad de los aprendizajes. Y eso, considerando que además de la norma deben implementarse metodologías eficientes. Por otra parte, y complementario con lo anterior, el problema es qué hacer con esos diagnósticos. Acercándonos a las tres décadas de ensayo, sin haber considerado siquiera los puntos referidos anteriormente, los resultados nos confirman el fracaso de un sistema endeble por la complejidad de lo que representa la educación considerada integralmente y que va de ensayo en ensayo sin encontrar el rumbo. La aparición del cisne negro en la vida planetaria trajo dolor, confinamiento, graves crisis tanto sanitaria como social y económica. En el caso de la educación hubiese sido exactamente lo contrario. Pero no apareció. Dicen algunos expertos que para salir de la crisis actual tenemos que avizorar cisnes blancos. En materia de educación, no aparece ni se avizora ningún cisne. ¿Quedamos a la espera o hacemos algo? Villa Mercedes, San Luis, 29 de octubre de 2020 [1] Ponencia al CONGRESO MUNDIAL DE LECTURA, Dublin 1983 y presentado en Congresos locales, publicaciones, capacitaciones, ingresos, etc. Con muy escasa o nula adopción del mismo.