Marte: La Primera Parada en la Colonización Galáctica Archivo - Archive Ciencias y Comunicación - Science and Communication Número 9 - Julio 2020 2 de agosto de 20203 de agosto de 2020 Dr. Omar López – Cruz – Astrónomo de México omarlx@inaoep.mx Marte: La Primera Parada en la Colonización Galáctica I am gonna have to Science the shit out of this. Mark Watney, El Marciano de Andy Weir. Mi amigo Sergio de Régules, publicó una colección de ensayos muy entretenidos que compiló en el libro Las Orejas de Saturno. La colección lleva el nombre del ensayo con el que abre la colección. Allí, Sergio se queja de la poca imaginación de Galileo en cuanto a su interpretación de sus observaciones de Saturno. El telescopio de Galileo era muy modesto, apenas de 8 aumentos, es decir podía amplificar una imagen distante tan solo 8 veces; pero, llegó alcanzar hasta 30 aumentos. La imagen que veía Galileo de Saturno era borrosa debido a que las lentes eran defectuosas. El hermoso sistema de anillos de Saturno le pareció como si el planeta tuviese orejas. Galileo interpretó a las orejas como satélites, en base a la experiencia con los satélites de Júpiter que el mismo Galileo había descubierto. Pero se quedó profundamente intrigado: observaciones posteriores no mostraron a los satélites, luego aparecieron como “brazos”. Pero, cuando se trata de imaginar: Marte es el planeta canónico. Ningún otro planeta del sistema solar ha sido sujeto de tanta atención, ha causado tanta intriga y desmedido temor como Marte, el planeta rojo. Hemos imaginado que la vida se originó en el ahora frío y árido planeta. Marte ha sido familiar a los humanos por su brillante color rojo y por sus errantes movimientos en el cielo, además las observaciones desde la Tierra han revelan detalles en su superficie que sugerían actividad, se han podido ver nubes, tormentas de polvo y movimiento en las capas polares. Podemos decir que Marte se parece a la Tierra. Y con nuestra imaginación ya lo hemos colonizado. En este siglo, quizá, podamos poner a los primeros humanos en Marte. Considero que el más osado ejercicio de imaginación científica se dio hace poco menos de 30 años. Reportaron que habían encontrado en un asteroide caído en la Antártida, unas formaciones que parecían bichitos. Dijeron que dicho meteorito era de origen marciano, estamos hablando del meteorito Allan Hills 84001 (ALH84001). Después de una aventura donde fue expulsado de Marte tras un impacto de otro meteorito, el ALH84001 había caído en la Tierra. El resultado se publicó en la revista Science en 1996, causó enorme revuelo en todo el mundo. Creo que Sergio se quedaría satisfecho con la imaginación empleada por los de los científicos, en este caso. No obstante, la prueba que presentan son imágenes producidas con microscopio de barrio de los supuestos bichitos no han sido consideradas como pruebas firmes. Otros estudios han sugerido que las formaciones en forma de gusanitos que se muestran con el microscopio en ALH84001, pueden formase de manera natural bajo las condiciones a las que se expuso el meteorito, sin tener nada que ver con las posible micro-organismos. Otros dicen que el ALH84001 pudo haberse contaminado en la Antártida. Por un momento, los bichos marcianos eran nuestros hermanos. Aquí creo que ha tropezado la ciencia. No es la primera vez que el Planeta Rojo nos ocasiona vergüenza. Después de que el astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli anunciara que había visto rayones en la superficie de Marte a los que el llamo canales, en 1877. El astrónomo estadounidense Percival Lowell, se propuso investigar los canales de Marte. Estaba convencido que los cambios en la superficie de Marte eran producidos por las actividades de la civilización marciana. Construyó un telescopio para probarlo. Reportó en sus observaciones grandes canales, que deberían haber sido construidos por una civilización que necesitaba mover agua desde los polos. En su época fue cuestionado, el más fuerte entre los escépticos fue el naturalista Alfred Russell Wallace, quién en 1907 estimó que la temperatura en la superficie de Marte debería ser cercana al punto de congelación del agua. Las exploraciones con las misiones Mariner en los 70s demostraron que Lowell había imaginado los canales. Y así mientras los astrónomos se debatían si había una civilización en Marte. En 1897, H. G. Wells publicaba La Guerra de los Mundos. Si había una civilización cambiando el paisaje marciano, no tardarían en declararnos la guerra. Encontrar las consecuencias y problemas que pueden surgir a partir de los descubrimientos científicos o los desarrollos tecnológicos, es lo que la ciencia ficción hace mejor. La batalla con los marcianos la ganan los microbios con los que hemos coevolucionado en la Tierra. No deja de aterrorizarnos la idea de una invasión marciana. En el cine no se ha quedado corto de películas que van desde lo ridículo hasta lo más “realista”. Así tenemos Marcianos al Ataque dirigida por Tim Burton, La Guerra de los Mundos dirigida por Steven Spielberg y Misión Rescate dirigida por Ridley Scott. Conforme los sondeos de Marte avanzan, así también se ha avanzado en la exploración y la colonización de Marte en la ciencia ficción. Alrededor de 56 misiones espaciales se han desarrollado por la URSS, EE.UU., La Unión Europea, Rusia, China, Japón y la India. La carrera hacia Marte comenzó en 1960 entre las entonces potencias del mundo. Fue hasta 1965 que el Mariner 4 hizo un pasaje de reconocimiento al Planeta Rojo. Así fue como EE. UU. se colocó a la delantera. La misión fue lanzada el 28 de noviembre de 1964 para alcanzar su objetivo el 15 de julio de 1965. Los soviéticos lograron aterrizar la sonda robótica Mars 3 en la superficie de Marte el 2 de diciembre de 1971, lograron transmitir por primera vez en la historia de la exploración espacial la primera imagen desde Marte. La transmisión solo duró 14.3 segundos, aparentemente una fuerte tormenta de polvo averió al Mars 3. Así fue como se tuvo conocimiento del clima hostil en el Planeta Rojo. El viaje a Marte no es tan fácil porque cuando está más cercano, se encuentra a 54.6 millones de kilómetros; esto es más de 146 veces la distancia de la Tierra a la Luna. La novela El Marciano de Andy Weir, es la historia del Apolo 13 llevada a Marte con un giro inesperado. Mark Watney se quedó varado en Marte, así se convierte en el Robinson Crusoe del siglo XXI. Se pude decir que es ciencia ficción “dura”, porque muestra como sería posible sobrevivir con apegándose a las condiciones físicas en Marte. La órbita para la misión de rescate fue calculada por Weir, no es un recurso de la fantasía. También anuncia el surgimiento de China como potencia aeroespacial. El Marciano se publicó primero en internet, luego se pasó Kindle y al final llegó a la imprenta. La recepción del público siempre fue sorprendente. La adaptación para el cine como Misión Rescate, estelarizada por Matt Damon y dirigida por Ridley Scott fue algo más allá del sueño de cualquier autor novato. La ciencia ficción siempre se ha adelantado. La trilogía marciana (Marte Rojo, Mar Azul, Marte Verde) de Kim Stanley Robinson, describe el proceso de colonización de Marte; sin embargo, la visión de Stanley Robinson es muy parecido a la conquista y colonización de América. Los europeos justificaron sus actos en una supuesta superioridad concedida por Dios, unida a la necesidad de buscar de recursos dada la sobrepoblación y la pobreza en Europa. Con eso se justifica la invasión de Marte y conformación de entorno e interior del planeta a nuestras necesidades. El proceso se llama terraformación, parecido al proceso de derribar todo lo que los aztecas habían construido para construir ciudades parecidas a las españolas. Eso es muy antropocentrista. No obstante, al ir colonizando otros planetas, los colonizadores evolucionarán haciendo adaptaciones a los nuevos medios ambientes. Esas mutaciones podrían hacer posible el salto hacía los exoplanetas, en las estrellas cercanas. Marte es la primera parada, tal como lo fueron las islas Canarias en los viajes de Colón hacía América.